Juan Carlos Ortecho.
Juan Carlos Ortecho.
/ Aguilar/ Grupo El Comercio
José Carlos Yrigoyen

Este libro debut del periodista deportivo Juan Carlos Ortecho (Lima, 1970) resulta valioso por diversas razones. La primera es que contraataca una tendencia irritante y hueca: la frivolización del recuerdo de los años setenta, una década compleja que la publicidad y los medios han sesgado hasta volverla un periodo casi idílico. Un periodo idílico que nunca fue, una época de transformaciones y frustraciones en las que el fútbol devino ocasional bálsamo. Ese sesgo se resumía en el axioma de que un país con una selección de grandes jugadores debía ser forzosamente más feliz que aquel donde crecimos en los noventa y los dosmiles.

En “La fe de ayer” Ortecho nos previene de esa mirada parcial y binaria. Mediante una cuidada narración relata su infancia y primera adolescencia acontecidas a lo largo de esa década en que el Perú era más proclive a clasificaciones mundialistas y hazañas internacionales, una nación en la que sus seleccionados formaban parte de un patrimonio codiciado por nuestros vecinos. Pero a la vez nos recuerda que habitábamos en un país pobretón, que había sobrevivido mal que mal a una dictadura militar que prometió una sociedad menos desigual y más justiciera y en cambio nos heredó una patria convulsionada y deprimente para una clase media que se pauperizaba día a día. Los colores brillantes que nos regala la memoria domesticada por la propaganda contrastan con su pesarosa remembranza de haber regresado a Lima para toparse con las paredes sucias del Callao, de la avenida Faucett, con su percepción de retornar a una realidad degradada.

Pero Ortecho no solo desmitifica nuestros supuestos lauros colectivos, sino que desacraliza los recuerdos de su historia familiar desde la mirada de ese muchacho poseído por los temores y dudas propios del aprendizaje que va conociendo el mundo a base de deslumbramientos y de golpes emocionales. El retrato que confecciona acerca del matrimonio de sus padres está escrito con una precisión notable, con una dosificación que evita el sentimentalismo fácil o el desgarramiento para la galería. Nos encontramos frente a un Ortecho tan atribulado por un partido eliminatorio en donde el gol se hace esperar como por las noticias de la inminente separación de sus progenitores. Pese a la constante autorreferencialidad, el libro se encuentra libre de cualquier envanecimiento autobiográfico porque Ortecho no cree que su vida sea especialmente descollante, pero sí está convencido de que la de su prójimo más cercano es invaluable, tanto para él como para sus exigencias literarias.

Existen evidentes puntos de contacto entre “La fe de ayer” y “Fiebre en las gradas”, el libro definitivo de Nick Hornby y quizá el mejor que se haya escrito sobre fútbol. En efecto, coinciden en tratar acerca de las alegrías y percances primigenios de un hincha, plasmados a través de una narración íntima y cómplice, estructurada por una cronología de partidos emblemáticos en la memoria del narrador. Pero el mérito de un buen escritor es tomar como sustrato un libro ajeno para elaborar uno distinto. Eso es lo que ocurre con “La fe de ayer”, que desde ya ocupa un lugar preminente en nuestra literatura deportiva, espacio todavía en construcción donde ha habido llamativos avances a partir de la clasificación al mundial de Rusia. Queda en exponentes como Ortecho el deber de que ese naciente fuego no se apague.

La ficha
"La fe de ayer", de Juan Carlos Ortecho

Editorial: Aguilar

Año: 2022

Páginas: 257

Relación con el autor: amistad

Valoración: 4 estrellas de 5 posibles.


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