Pedro Cateriano Delgado fue poeta, periodista y fundador del tradicional Premio Copé. A la der.: junto a su esposa Clara Bellido y sus hijos Pablo y Pedro Cateriano. (Fotos: Petroperú/Facebook personal)
Pedro Cateriano Delgado fue poeta, periodista y fundador del tradicional Premio Copé. A la der.: junto a su esposa Clara Bellido y sus hijos Pablo y Pedro Cateriano. (Fotos: Petroperú/Facebook personal)
Redacción EC

Cuando se habla de Pedro Cateriano Delgado, se le suele destacar por el hecho de haber fundado el , el galardón literario de más larga data en el Perú. Sin embargo, se obvia un hecho quizá más importante: que fue el único jurado permanente de los concursos desde su creación en 1979 hasta el 2019. Un total de 39 participaciones que lo convirtieron en uno de los más importantes y directos conocedores de nuestras letras.

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Fue durante su labor como gerente de Relaciones Públicas de Petroperú que propuso crear un premio que estimulara a las plumas más destacadas del país. Lo bautizó como Copé, en referencia a la brea que los antiguos peruanos usaban como combustible, y en pocos años se volvió el galardón mejor dotado económicamente en el Perú.

Desde su primera edición, en que se premió al escritor cusqueño Washington Delgado, el Copé ha reconocido a figuras como Óscar Colchado, Cromwell Jara, Gregorio Martínez, Eduardo Chirinos y Pablo Guevara, en sus cuatro categorías: poesía, cuento, novela y ensayo. Salvo un año en que no se realizó (en 1990), el Copé se convirtió en una tradición de la literatura peruana, en gran parte gracias al empuje de Cateriano.

Pedro Cateriano Delgado (a la derecha) durante las celebraciones por los 150 años del diario El Comercio, en 1989. (Archivo Histórico GEC)
Pedro Cateriano Delgado (a la derecha) durante las celebraciones por los 150 años del diario El Comercio, en 1989. (Archivo Histórico GEC)

PÁGINAS LIBRES

Nacido el 15 de junio de 1927, en Arequipa, Cateriano Delgado se desempeñó como director de la página cultural del diario La Prensa y trabajó también en El Comercio, donde escribió en el suplemento El Dominical y fue jefe de la sección Extensión Comunitaria, que organizaba los semilleros.

Su producción poética también fue fecunda. Allí están los libros “La siesta del haragán y otras indiscreciones” (1948), “Más amigo de Platón” (1979), “El demente imperturbable” (1982), “Más bien a mi favor” (1986), “Suma Tecnológica” (1990) y “Secretamente metafísico” (1992). En los últimos años de su vida, sin embargo, se dedicó a la escritura de obras teatrales.

“Razones para no abatirse”

(del poemario “El demente imperturbable”, de Pedro Cateriano Delgado)

Esta insignificante vida mía

de improviso

hoy completa una hazaña

encontrando el escape

mejor dicho un ingreso

a los perfiles y variantes

que evidencian reflejos

sombras y vibraciones

de tu figura enajenante


con aplicaciones multimedia

y transmisión molecular

mi realidad virtual

marginada del tiempo

y de su circunstancia

converge fácilmente junto a ti

en el tema del lienzo

(al principio en la sombra

y de espaldas

luego

con el paso de la luz

y de los años

lentamente iré girando

en un acercamiento permitido

es decir sin hacer nada

sin hablar)


después cuantos aprecien

la mentira de la tela

o intenten retocar con la mirada

tus gestos esenciales

(mi exactitud formal)

iniciarán sus cuentos

sobre aparecidos

extremando detalles de osadías

que no nos atrevimos.


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