“Ultrasiete se volvió un símbolo para hablar de mi experiencia”
“Ultrasiete se volvió un símbolo para hablar de mi experiencia”
José Carlos Picón

Un país que hace visible sus monstruos y sus heridas busca formas de sublimar el dolor, de representar sus miedos y recomponer la construcción de su futuro. El escritor y periodista Enrique Planas, quien acaba de publicar “KimoKawaii” (Random House, 2015), nos vincula con un periodista cultural que es fanático de “Ultrasiete”, aquel héroe interpretado por el legendario Kohji Moritsugu, y con su apego obsesivo por Michiko, una joven de belleza singular cultora del manga japonés. “Trabajo mucho el tema de la cultura pop en mi narrativa. La memoria cotidiana, las experiencias que parten de tu realidad no son mejores ni peores que lo consumido en la TV, el cine o las historietas. Todo es parte de la vida”.

Planas refiere que, sin ser un experto en cultura japonesa, compartió y asimiló, con quienes en los setenta eran todavía niños, aquella extraña estética serie B de “Ultrasiete”. El superhéroe era deudor de sus análogos norteamericanos, cuenta.  “Japón, como país invadido en la posguerra, se nutrió de muchos de los íconos culturales del país invasor, para así generar algo nuevo y propio”, continúa. “‘Ultrasiete’ es eso. La cultura del superhéroe tomada de los norteamericanos para expiar un mundo de paranoias que tiene que ver con el miedo nuclear, el miedo a la invasión, el miedo a repetir un pasado funesto de destrucción”. Todos los temores del arrasado Japón premoderno fueron proyectados en una serie para niños.

Es evidente tu gusto por el manga y la cultura japonesa.
En realidad, sé mucho menos  de manga actual que cualquier adolescente. Toda esta investigación es necesaria para que resulte coherente la atmósfera extraña en la que el periodista cultural va gradualmente introduciéndose desde que conoce a Michiko.

En una conversación entre el periodista cultural y Michiko se refieren a “Astroboy” como un símbolo de la reconstrucción.
Astroboy es un personaje reconstruido, una mezcla de Pinocho con Frankenstein: quiere ser niño de verdad, pero es la reconstrucción del cadáver. Lo interesante no es la cultura japonesa per se, sino la Tokio devastada de los setenta que no se diferenciaba mucho de la Lima en que vivíamos, la Lima militar, pobre, una Lima con sus propios monstruos. El niño que veía “Ultrasiete” o “Astroboy” no discrimina, acepta lo que ve, porque se identifica.

Llama mucho la atención que la mayoría de tus personajes no tengan nombres propios.
El nombre de un personaje tiene un poder simbólico enorme. En esta novela, bastaba que solo la chica, fuente de fascinación del periodista cultural, mereciera tener un nombre. El resto vive fascinado y alrededor de ella. Se les nombra con el rol que asumen y este recurso fue más orgánico, funcionó mejor.

La fascinación del periodista cultural por Michiko nace en un lugar particular y en torno a una pieza artística.
El periodista cultural sintoniza con la obra de un pintor inventado, pero cercano a uno histórico, porque le gusta el arte neoclásico, de parámetros conservadores; mientras que a Michiko le atrae ese cuadro desde el otro extremo. Para ella, las lolitas japonesas del manga pueden dar vuelta a ese suntuoso vestido y así darle libertad, incluso enfrentarse radicalmente a la cultura del trabajo japonés. Es decir, modos generacionalmente distintos de entender el arte.

Pensaste en Michiko con una tara física.
En mis novelas, a todos mis personajes les falta algo, tienen algo roto de forma figurada o física. Se trata de una herramienta para identificarme con sus propios dolores. Los elementos que incluyo no son inventados, sino que son parte de retazos de experiencia. La asimetría de Michiko en sus extremidades corresponden a un episodio con una amiga que fue víctima de un carro-bomba. Se trata de unir los hilos en una madeja esférica hacia un centro.

Haces referencias a una realidad política y social.
Es el escenario de los noventa y los monstruos de esa época que están en sintonía con los de la infancia, con los personajes y las series de época. La toma de la Embajada de Japón se suma a la extrañeza; este país se convierte en un espacio extraño para los peruanos, como si hubiéramos vivido todos en un capítulo de “Ultrasiete”. Digamos que aprovecho ciertas correspondencias entre la violencia y las características del Perú en los noventa con los monstruos que destruyen edificios, o con Godzilla en el imaginario japonés.

El héroe del periodista cultural es distinto de los personajes manga de Michiko.
La generación del periodista cultural vive códigos de conducta cercanos al heroísmo, al sacrificio, mientras que Michiko viene de la cultura del individualismo, de entender que no existen los héroes y que uno tiene que salvarse y hacerse un espacio en el mundo. 

Es interesante y sintomático que el personaje principal sea un “periodista cultural” como tú.
Mis anteriores personajes fueron todos femeninos. Quería encontrarme con uno que tuviera conmigo muchas coincidencias y que cuente mi oficio .

En la novela, está presente el tema sexual y el de la diversidad en ese sentido. 
Michiko, el practicante, la asistente (los otros personajes) han decidido vivir con la libertad de un manga. La sexualidad en ciertos géneros de manga es líquida, hay una forma muy libre de vivirla. Trato que los personajes sean coherentes con las decisiones que toman. Al periodista cultural le cuesta mucho entender la nueva generación y sus dinámicas. Hemos vivido con culpas que los jóvenes de hoy no tienen. Por otra parte, ninguna relación, ni las tradicionales ni las “alternativas” te garantizan felicidad. Todas son protagonizadas por personas que traen a esas relaciones, vicios, traumas, complejos, necesidades, oportunismos. Sin embargo, creo que es injusto declarar a la actual generación como individualista. Las generaciones anteriores nos vendieron su idea de utopía y solidaridad, cuento que considero de un enorme cinismo.

NOVELA MANGA
El autor confiesa que si hubiera tenido la oportunidad, esta novela y sus valores narrativos habrían sido representados a través del manga. “KimoKawaii”, voz japonesa para designar aquello que es bello y a la vez sobrecogedor y perturbador, es la última novela de Planas. Será comentada por Fernando Ampuero en el auditorio Ciro Alegría. 

MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Auditorio Ciro Alegría.
Dirección: Feria Internacional del Libro (Parque Próceres de Jesús María).
Día y hora: Sábado 25, 7 p.m. 

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