Desde la playa de La Punta, frente a la isla San Lorenzo, antiguo observatorio prehispánico, se celebrará este sábado el Pawkar Raymi, una milenaria festividad del florecimiento que coincide en el mundo andino, con el equinoccio de otoño.
Desde la playa de La Punta, frente a la isla San Lorenzo, antiguo observatorio prehispánico, se celebrará este sábado el Pawkar Raymi, una milenaria festividad del florecimiento que coincide en el mundo andino, con el equinoccio de otoño.
Jorge Paredes Laos


Este 20 de marzo en el hemisferio sur se inicia el equinoccio de otoño, ese momento en que el Sol es perpendicular al Ecuador, y día y la noche tienen la misma duración. Por esta fecha, desde tiempos milenarios, se celebra el Pawkar Raymi, la fiesta del florecimiento, una de las cuatro más importantes del mundo andino, junto con el inti raymi (24 de junio), el koya raymi killa (23 de setiembre) y el capac inti raymi (21 de diciembre).

Tradicionalmente, esta celebración se realizaba en los distintos sitios sagrados prehispánicos (huacas), pero este año, por causas del aislamiento social y las medidas sanitarias, un colectivo de migrantes de diversos lugares del país — Tawantinsuyo kamachik— reunidos en Lima, en Rimak Marka, como ellos dicen es el nombre originario de nuestra capital, la escenificarán en el Callao. La ceremonia empezará a las 9:37 a.m. del sábado, en La Punta, frente a la isla San Lorenzo. Ahí un grupo reducido de personas repetirán este rito ancestral de renacimiento, que cobra una relevancia particular en estos tiempos de pandemia.

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¿Por qué frente a la isla? Según la antropóloga María del Pilar Fortunic, quien lleva años investigando de manera integral el ecosistema del Callao, San Lorenzo fue un sitio donde nuestros antepasados medían el tiempo, observaban las estrellas y los planetas. “El equinoccio marca un punto cero, un nuevo comienzo —precisa Fortunic—, y ejerce una gran influencia sobre la vida en el planeta, por eso el Pawkar Raymi es la celebración del florecimiento, una fiesta de mucha espiritualidad”.

Culto a lo femenino

El Pawkar Raymi tiene una historia muy antigua. Se celebraba en los andes desde tiempos ancestrales, con la llegada del equinoccio y las primeras cosechas. Era la época de las lluvias y del culto a lo femenino, como explica el profesor sanmarquino Gerson Paredes, médico dentista, pero sobre todo conocedor de la cosmovisión andina, bajo el nombre de Apu Wanka.

“Actualmente, cumplimos tareas simultáneas dictadas por una cosmovisión ancestral, mantenemos viva la práctica y la espiritualidad de nuestros ancestros”, dice Paredes. Cuenta que el colectivo reúne a migrantes de los cuatro suyos en la capital y está conformado, primero, por los abuelos y abuelas (sabios) y luego por los amautas (matemáticos, ingenieros, antropólogos, etc.) cuyo desarrollo en la ciencia occidental no está reñido con lo espiritual.

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Sobre la festividad, Apu Wanka afirma: “para nosotros marzo es el noveno mes del año, pues este se inicia en el solsticio de invierno, el 21 de junio. Y en este noveno mes, el equinoccio coincide con la fiesta ancestral del florecimiento, de las aguas, de todo lo femenino en la naturaleza. En realidad, es una fiesta propiciatoria porque hay que preparar la tierra y la semilla para la producción. Por eso es muy colorida”.

Cambio climático

La celebración del Pawkar Raymi se extiende por todo el continente, desde México hasta a Bolivia, pasando por Ecuador, donde existe una gran tradición alrededor de esta festividad. “Recientemente, tuvimos un conversatorio por zoom —cuenta Apu Wanka— con miembros del pueblo otomí-tolteca, de México, quienes están celebrando el equinoccio de primavera. También ahí es una fiesta del florecimiento, y ellos hablan del ciclo del maíz. Este equinoccio nos une a los pueblos del sur y del norte en el mes de las flores y las semillas”.

Celebración del Pawkar Raymi en el sitio arqueológico de Pachacámac. Es una fiesta colorida, del florecimiento y las semillas, que coincide con el equinoccio de otoño. Foto: Facebook Gerson Paredes.
Celebración del Pawkar Raymi en el sitio arqueológico de Pachacámac. Es una fiesta colorida, del florecimiento y las semillas, que coincide con el equinoccio de otoño. Foto: Facebook Gerson Paredes.
/ Gerson Paredes

Según refiere Fortunic, los pueblos originarios en el mundo están intercambiando actualmente mucha información para alinear sus festividades y celebraciones. “No se trata de un conocimiento del pasado —dice—, sino es algo vivo que está conectado con la protección de la biodiversidad, con la defensa del agua, yo he hablado con abuelas que provienen de linajes de contadores del tiempo, y están investigando el tema del cambio climático, algo referido al movimiento del eje de la Tierra, es una cosa que la ciencia ya está comenzando a estudiar”.

El buen vivir

Le pregunto a Apu Wanka cómo celebrar desde la cultura occidental, marcada por el catolicismo, esta festividad. “Siempre con respeto —responde— aquí no hay verdades absolutas, por eso debemos respetar todas las creencias y formas de ver el mundo, eso sí tenemos que recordar que nuestra conciencia genética histórica está basada en el código del buen vivir, allin kawsay, desde Caral venimos practicando esto. También hay algo superlativo que deben practicar todos los pueblos del mundo, el gozar de la belleza de la vida, sumaq kawsay, esta fiesta es un recordatorio a la humanidad para decirle que debe mirar la naturaleza, es una oportunidad para mejorar nuestras vidas, nuestras relaciones”.

El camino de las ofrendas, en el sitio arqueológico de Pachacámac. Foto:  Archivo Gerson Paredes.
El camino de las ofrendas, en el sitio arqueológico de Pachacámac. Foto: Archivo Gerson Paredes.
/ Gerson Paredes

Para él esta situación actual que vive el planeta es como un mensaje, una advertencia. “La pandemia debe ser también una gran oportunidad para poder enrumbar la práctica de la humanidad. Si vemos el cielo de Lima ya no es la panza de burro que decían los poetas, ahora es más azul y se pueden ver las nubes blancas, eso es porque se disminuyó el parque automotor y el aire comenzó a estar más limpio”.

La ceremonia de mañana, a las 9:37, será un acto simbólico, se lanzará una ofrenda al mar, y se compartirá por las redes sociales, pero eso para María del Pilar Fortunic no será lo más importante. “No se trata solo de transmitir un evento, se trata de invitar para que todos celebren desde sus casas, quienes han sentido pérdidas recientes, hagan su pequeño ritual y puedan sembrar quizás una semilla, una planta; el sentido del pawkar raymi es espiritual, no es folclórico, es volver a conectarse con la naturaleza”.

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