“Las actuaciones de los veteranos Osvaldo Cattone y Carlos Gassols mantienen al espectador encandilado y risueño hasta las carcajadas, conmovido y doliente hasta las lágrimas”, señala Lores (Foto: Difusión)
“Las actuaciones de los veteranos Osvaldo Cattone y Carlos Gassols mantienen al espectador encandilado y risueño hasta las carcajadas, conmovido y doliente hasta las lágrimas”, señala Lores (Foto: Difusión)
Eduardo Lores

Boris, un judío comunista, y Agustín, un conserje conservador, platican sentados en una banca del parque Kennedy. Los dos ancianos toman con humor sus achaques. Él, jubilado, y este, al borde de ser despedido del edificio donde trabaja, no se toleran pero se necesitan: Boris () es un mitómano y Agustín () anhela sus narraciones, que lo sacan –aunque sea fantásticamente– de su inopia; de manera que aunque diga que detesta sus mentiras, proteste contra su utopismo y reniegue porque le invade la banca, volverá allí al día siguiente para despotricar contra lo que él mismo no sabe que desea: una nueva mentira.

La fábula es del estadounidense Herb Gardner, un engreído (por propio mérito) de Broadway y Hollywood: la convirtió primero en el libreto de la pieza "I’m not Rappaport", estrenada en 1984, y luego en el script de la memorable película que él mismo dirigió con Walter Matthau y Ossie Davis como protagonistas. El escenario es el Central Park en Manhattan y el conserje, un negro de Harlem. "No soy Rappaport" es simplemente un chiste que le cuenta el izquierdista al derechista para levantarle el ánimo, después de fumarse un troncho con él.

"Vi esta obra en Estados Unidos tres veces en dos meses, en 1984, con elencos distintos. Me enamoré de esta historia tan universal y argentina", comentó el cineasta Juan José Campanella –ganador de un Óscar por "El secreto de sus ojos"– cuando incursionó por primera vez en el teatro con una adaptación de la pieza que intituló "Parque Lezama" y se estrenó en el Teatro Liceo con Luis Brandoni y Alejandro Blanco como protagonistas.

La adaptación modera ciertos aspectos del original y opta por un actor blanco para el rol del conserje, probablemente porque en el 2012 fue incendiado un teatro en Alemania por permitir que un actor blanco se maquille de negro para cubrir ese rol, o simplemente porque en Buenos Aires no hay conserjes negros.

La versión que se presenta en el Marsano ya no hace referencia a la de Gardner sino que se monta sobre la de Campanella, adaptada al lenguaje limeño, diluyéndola al gusto de su público. No obstante la pieza no deja de tocar los temas centrales del original como son: la manera en que la sociedad trata el envejecimiento de las personas; la delincuencia que amenaza las áreas urbanas; las dificultades de los ancianos en relación a sus hijos que creen saber qué es lo mejor para ellos; la convivencia entre personas con ideologías contrarias.

Las actuaciones de los veteranos Osvaldo Cattone y Carlos Gassols mantienen al espectador encandilado y risueño hasta las carcajadas, conmovido y doliente hasta las lágrimas. Pilar Brescia (Laura) desarrolla atinadamente su rol como hija de Boris quien, al no saber qué hacer con su padre revolucionario, busca la manera más decorosa de cumplir con su responsabilidad.

La propuesta de Gambino, al haber desleído el dramatismo original de los roles secundarios, los aligera hasta convertirlos en comparsa, cuando en el origen fueron temibles o dignos de piedad.

AL DETALLE
Título: "Vivir es formidable"
Puntaje: 3/5 estrellas
Dramaturgia: Chalo Gambino.
Dirige: Osvaldo Cattone.
Actúan: Osvaldo Cattone, Carlos Gassols, Pilar Brescia, Gerardo Zamora, Adrián Torres, Michiko Solís y Eduar Cabrera.
Lugar: Teatro Marsano (hasta el 12 de agosto).

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