Como todas las grandes historias, “La muerte y la doncella” no está amarrada al tiempo ni al espacio. Puede ser ambientada en cualquier país que haya vivido una dictadura y que esté en el proceso de sanar las heridas. La obra, del dramaturgo Ariel Dorfman, se inspira en la historia chilena (la época de Pinochet), pero bien podría ser el pasado de Argentina, Brasil o, claro, del Perú.
“Nosotros hemos vivido una dictadura. Hay mucha empatía con lo que sucedió en Chile. Hay un deseo mutuo de reconocer y saber qué sucedió. No por el ámbito de tener un proceso legal, sino de recordar para no volver a repetir las equivocaciones. Montar esta pieza sigue siendo pertinente en un país donde siempre cometemos los mismos errores. Es totalmente actual”, asegura el director Mikhail Page a propósito del montaje estrenado ayer en el Teatro de Lucía.
La historia plantea el encuentro entre una víctima de la dictadura y el que cree fue su torturador. La doncella lleva el nombre de Paulina (Cécica Bernasconi), ella está casada con un abogado (Gerardo García Frkovich), flamante miembro de la Comisión de Justicia al inicio de la vuelta a la democracia.
Una noche, su esposo lleva a casa a un extraño, un tal doctor Miranda (Hernán Romero). Paulina reconoce su voz. Es el mismo hombre que la torturó y violó, años atrás, con la música de “La muerte y la doncella”, el cuarteto para cuerdas de Schubert, de fondo. Ella decide que es tiempo de hacer justicia y entre los tres montarán un juicio para probar si el doctor es culpable o inocente. Tras años de silencio, es hora de que Paulina alce la voz y cuente su testimonio.
Para el director, más allá de la justicia y la venganza, la pieza se enfoca en la reconciliación. “Es lo más importante. ¿Qué pasa con las cicatrices que ha dejado la dictadura? ¿Cómo podemos vivir con los agresores en un mismo país? La obra te propone que se debe seguir viviendo, sin olvidar, y crear algo nuevo. El autor nos habla de una convivencia que debemos lograr”, apunta.
LA DONCELLA
A Cécica Bernasconi le toca el difícil trabajo de convertirse en Paulina. Para ello, leyó los testimonios de hombres y mujeres torturados durante la dictadura chilena que fueron recopilados en el Informe Rettig. “Desgarrador”, con esta sola palabra describe lo que las personas contaron en el documento y, en muchos casos, sin obtener justicia al final. Por más difícil que pueda ser, para ella es necesario el perdón para reconciliarnos como sociedad. “Si no perdonas a la persona que te hizo algo y a ti misma, no puedes rehacer tu vida. Y es lo que Paulina decide al final”, sostiene.
MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Teatro de Lucía. Calle Bellavista 512, Miraflores.
Día y hora: De jueves a domingo, a las 8 p.m. Hasta el 28 de setiembre. Entrada: S/.50
(general), S/.35 (jubilados) y S/.25 (estudiantes) en Teleticket.