La guerra de los globos

Patricia Castro Obando

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Sí pues, es una guerra fría

Francisco Belaunde

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“Ambos países son potencias económicas y ahora compiten por el liderazgo mundial”.


En el 2019, le robó el protagonismo a Rusia en la Conferencia RSA, el foro mundial prioritario para la industria de la ciberseguridad. Desde Washington, expertos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) admitieron que China representaba una “amenaza” para los sistemas estadounidenses, desplazando a Rusia, el adversario más antiguo, habitual y potente de en el ciberespacio.

Fue allí donde Rob Joyce, principal asesor de seguridad cibernética de la NSA, dijo la frase que aún retumba: “Rusia es un huracán. Llega rápido y duro. China es el cambio climático. Largo, lento y generalizado”.

Ya todos conocemos la guerra de globos entre EE.UU. y China. El primero afirma que es un globo espía, el segundo asegura que es un globo meteorológico. En el siguiente episodio de esta saga, Washington acusa a Beijing de implementar un programa de vigilancia global dirigido a más de 40 países en los cinco continentes, Beijing denuncia que Washington ha enviado más de diez globos sobre su territorio desde el 2022. Las promesas de evitar el conflicto y trabajar juntos del presidente estadounidense Joe Biden y su homólogo chino, Xi Jinping, durante el encuentro del año pasado en Bali, se las llevó, una vez más, el viento.

Aquí lo que está en juego es la hegemonía. Ambos países ya son potencias económicas y ahora compiten por el liderazgo global, algo que EE.UU. ya alcanzó y China está cada vez más cerca de alcanzar. Los reclamos de Washington para que Beijing se comprometa con normas y valores internacionales son percibidos por este último como una trampa para limitar su ascenso con un marco que solo se ajusta a Occidente. China no tiene intención de quebrar el nuevo orden mundial, sino de remodelarlo, y para eso está comprando tiempo.

Otros que están ganando tiempo son sus mandatarios. Biden ya está moviendo sus fichas para su reelección en el 2024, buscando suavizar la recesión económica, y Xi se apura en la reactivación después del triste final que desencadenó el levantamiento de la política ‘cero COVID-19′ que tuvo encerrado al país por tres años. En el 2022, el comercio bilateral entre EE.UU. y China alcanzó un récord de US$690.600 millones. Algo que Biden y Xi no pueden olvidar si desean mostrar capacidad para gobernar.

Ambos saben que una guerra destruiría las economías de EE.UU. y China. Lo que deben evitar los demás países, especialmente aquellos con menor capacidad de maniobra y alto riesgo de ser absorbidos por las tensiones y rivalidades entre estos dos colosos, es tomar partido. Queremos competencia entre EE.UU. y China, que hasta puede beneficiarnos, no queremos conflicto. Esta no es una , es una guerra de globos, y los globos se desinflan.


*La autora es Doctora en Antropología con especialidad en China y docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú.