Concierto de bandera, por Augusto Ferrero
Concierto de bandera, por Augusto Ferrero
Augusto Ferrero

El lunes 15 fue el concierto sinfónico más importante del año, organizado por la Sociedad Filarmónica de Lima en el Gran Teatro Nacional. Con puntualidad, fueron apareciendo todos los miembros de la Orquesta Filarmónica de Israel. A continuación, se hizo presente el eminente director Zubin Mehta, nacido en Bombay hace 80 años. Mehta se hizo célebre dirigiendo a los tres tenores y, asimismo, por dirigir la Orquesta Filarmónica de Viena el Año Nuevo del 2015 en el famoso Musikverein. 

La orquesta y el director fueron recibidos con una salva de aplausos. Antes de comenzar a sonar, apareció en el escenario el presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, quien recibió la misma ovación. Pidió la anuencia del publicó para dirigir el himno nacional del Perú. Más aplausos. Lo hizo impecablemente, en ritmo lento, lo que permitió apreciar la belleza de nuestra canción nacional. Al final, fue calurosa y cariñosamente aplaudido. Unos músicos me confesaron sentirse muy honrados por haber sido dirigidos por el presidente del Perú. Para nosotros, es un honor tener como primer mandatario a un ciudadano de gran cultura musical, que estudió composición, piano y flauta en el Royal College of Music, escuela musical de gran prestigio en Inglaterra.

Si bien lo conocemos como flautista, también le hemos escuchado algunas notas en el magnífico piano que luce en su casa. No obstante, esta vez se lució como compositor denotando claridad y conocimiento de la intervención de los instrumentistas al dirigir el himno. 

El público de pie cantó la nueva estrofa que impresionó a la orquesta israelí por las tres veces que entonamos el gran juramento que rendimos “al Dios de Jacob”. Después de la justiciera felicitación de Mehta, el presidente se retiró muy aplaudido para dejar al gran artista con la dirección del himno nacional de Israel, bella canción de origen moldavo que nos hace recordar la belleza del “Moldau” de Smetana y los hermosos gemidos del “Nabucco” de Verdi.

Lo expuesto coincide plenamente con el compromiso asumido por el presidente en su mensaje a la nación el 28 de julio, en el cual prometió que el Estado difundiría el arte y especialmente la música –a cuyo estudio tanto debe su formación–, al igual que el deporte y la educación cívica. Resulta laudable su afirmación de que en el 2021 todos los niños peruanos tendrán acceso gratuito a educación inicial, primaria y secundaria de calidad y oportunidades para seguir estudios superiores, así como su proyección para que las universidades sean de calidad y acreditadas. Esta vocación por la educación que ratifica hoy nos hizo convocarlo hace unos años al Consejo Consultivo de la Universidad de Lima, presidido por Javier Pérez de Cuéllar, responsabilidad que cumplió cabalmente. 

El programa del concierto estuvo circunscrito a un movimiento del primer cuarteto de cuerdas de Tchaikovski, que fue bellamente ejecutado por las cuerdas del conjunto, retirándose los instrumentos de viento.

La segunda pieza fue un homenaje a Schumann, ejecutándose su concierto para cuatro cornos y orquesta. Los solistas fueron excelentes. Dieron lustre a la ocasión. La última obra fue disfrutada como una de las más grandes sinfonías escritas: la Novena Sinfonía de Schubert, de la cual Soria Series editó una grabación especial de una interpretación de Arturo Toscanini con la Orquesta de Filadelfia, en cuyo catálogo aparece una fotografía del eximio director con Eugene Ormandy, quien me firmó debajo de ella cuando vino a Lima.

A título de ‘encores’, el elenco obsequió “Variaciones enigma”, una de las piezas más populares del músico británico Edward Elgar, y la obertura de “Las bodas de Fígaro” de Wolfgang Amadeus Mozart.