La curación es un regreso a la plenitud, no un regreso a lo mismo.
La curación es un regreso a la plenitud, no un regreso a lo mismo.
Amitha Kalaichandran

Si el dolor pudiera calcularse estrictamente con el número de vidas perdidas, esta sería una de las épocas más dolorosas en la historia de Estados Unidos.

A medida que se supera el sombrío hito de 200.000 muertes por , sabemos que el duelo apenas ha comenzado. Para muchos, la pérdida puede parecer demasiado rápida, demasiado grande para soportar.

Pensé en la historia bíblica de Job el mes pasado cuando me pidieron que hablara con la Asociación Nacional para la Innovación en Hospicios. ¿Cómo aconsejaría que se afronten estas pérdidas? ¿Cómo podrían los afligidos encontrar un sentido de esperanza o significado?

En mi investigación, me sentí atraída por la poderosa interpretación del Libro de Job del poeta y artista británico William Blake, en particular su colección de 22 grabados. Job, por supuesto, es el sufridor más conocido de la Biblia. Su riqueza –incluída su familia– es arrebatada cruelmente como una prueba de fe ideada por Satanás y llevada a cabo por Dios. Sufre enfermedades tanto físicas como mentales.

Job está en conflicto: a veces todavía tiene fe y confía en la sabiduría de Dios, y otras veces se pregunta si Dios es corrupto. Finalmente, exige una explicación. Dios permite que lo acompañe en un recorrido por el universo donde queda claro que la existencia es más compleja de lo que la mente humana podía comprender. Aunque Job todavía no tiene una explicación para su sufrimiento, ha ganado algo de paz. Entonces Dios le devuelve todo lo que ha perdido.

El Libro de Job no se trata solo de dolor o solo de fe. También se trata de nuestros apegos a nuestras identidades, a las posesiones y a las personas que tenemos en nuestras vidas. El dolor es un síntoma de dejar ir cuando no queremos. Comprender que el apego es la raíz del sufrimiento puede darnos una idea de lo que muchos de nosotros podríamos estar sintiendo.

En la penúltima ilustración de Blake, se muestra a Job con sus hijas. Blake no escribe este versículo de Job; en cambio, escribe algo del Salmo 139: “¡Cuán preciosos son también para mí tus pensamientos, oh, Dios! ¡Cuán grande es la suma de ellos!”. Sin embargo, en la última imagen, Dios ha devuelto todo lo que le había quitado a Job. Aquí, Blake resume Job 42:12: “De modo que el Señor bendijo el fin de Job más que su comienzo”.

Blake intencionalmente no convirtió la última imagen en una copia de la primera, probablemente para reflejar una nueva sabiduría: un entendimiento de que somos más que solo nuestros apegos. Job se convirtió en un hombre cambiado después de haber sido probado hasta la médula. Ha aceptado que la vida es impredecible y la pérdida es inevitable.

Entonces, ¿dónde nos deja todo esto ahora? ¿Podemos esperar un mundo más saludable y más justo? La evolución a veces puede parecer una destrucción para el ojo inexperto.

Creo que nos deja con un desafío, tratar nuestros apegos, no simplemente como la raíz del sufrimiento, sino como combustible que, cuando se pierde, puede impulsarnos. Podemos aceptar la tragedia y el dolor secundario a nuestros apegos como parte de una vida bien vivida y amada, y tratar nuestros recuerdos como normales, como caminos hacia un propósito. Crear significado a partir de la tragedia es una forma de alquimia espiritual exclusivamente humana.

Tan difícil como es ahora, es posible que después de esto sintamos que podemos emerger con una mayor comprensión de nosotros mismos. La curación es un regreso a la plenitud, no un regreso a lo mismo.

–Glosado y editado–

© The New York Times