"Los aumentos de la producción de carbón parecen ser un intento de los líderes de facilitar una transición energética segura y justa, sin dejar a sus ciudadanos afuera en el frío este invierno" (Foto: Noel Celis / AFP).
"Los aumentos de la producción de carbón parecen ser un intento de los líderes de facilitar una transición energética segura y justa, sin dejar a sus ciudadanos afuera en el frío este invierno" (Foto: Noel Celis / AFP).
/ NOEL CELIS
Angel  Hsu

Incluso antes de que comenzara la cumbre climática en Glasgow la semana pasada, los defensores del medio ambiente se apresuraron en señalar la promesa climática, aparentemente deslucida, de como un presagio de un resultado condenado para el evento.

Dado que China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, algunos esperaban que Beijing produjera un gran revuelo con sus nuevos objetivos para combatir el . Pero estos solo consolidaron los elementos que el presidente Xi Jinping había anunciado en su histórica promesa de neutralidad de carbono el año pasado.

No hay duda de que estamos atravesando una crisis climática y todos los países deben rendir cuentas. Sin embargo, debemos tener un enfoque más considerado al juzgar las acciones de China antes de quejarse.

Es casi seguro que la cúpula china sabe que emitir órdenes de alto nivel para reabrir minas de carbón en vísperas de la cumbre climática más importante desde las conversaciones de París del 2015 es, para decirlo a la ligera, menos que ideal. Pero lo que podría parecer una contradicción climática, en realidad, puede ser una prueba del compromiso real y continuo de China. Demuestra los enormes desafíos que enfrenta un país tan dependiente de los combustibles fósiles para impulsar su economía al volverse ecológico y el plan de Beijing para seguir adelante.

Los expertos en energía han comparado el alejarse de una economía de combustibles fósiles, como China se comprometió a hacer para el 2060, con construir un barco gigante: debe superar una inercia significativa antes de generar suficiente impulso en la otra dirección. Y el barco de China sigue girando.

Desde que Beijing comenzó en serio a abordar sus emisiones climáticas hace poco más de una década, poco a poco se ha ido alejando del carbón, pasando de más del 70% de su consumo total de energía en el 2009 a alrededor del 57% en el 2020.

Este cambio ha creado desafíos propios: picos imprevistos en la demanda de energía y escasez en la producción de electricidad renovable, lo que ha provocado escasez de electricidad en más de la mitad de las provincias de China. En respuesta, los principales líderes del país ordenaron aumentar la producción de carbón. Pero eso no debe tomarse como una indicación de que están incumpliendo incondicionalmente sus compromisos climáticos.

Los aumentos de la producción de carbón parecen ser un intento de los líderes de facilitar una transición energética segura y justa, sin dejar a sus ciudadanos afuera en el frío este invierno.

Una lectura exhaustiva de las seis órdenes del Consejo de Estado de China, emitidas el 8 de octubre, revela que más allá del aumento inmediato de la producción de carbón, el Gobierno cita la crisis como una razón para acelerar su transición a una economía verde para mejorar los picos de demanda de energía y lograr seguridad energética.

Eso significa, efectivamente, alejarse del carbón.

Sin duda, la medida inmediata aumentará la contaminación por carbono de China y amenazará los objetivos globales de reducción de emisiones. Pero está claro que Beijing no está simplemente abandonando el camino hacia la neutralidad de carbono: está pagando un precio doloroso a corto plazo por el hecho de que gran parte de su electricidad todavía proviene de fuentes de carbón.

Después de décadas de críticas por la opacidad en sus datos y estadísticas climáticas, de mi parte y de otros, el hecho de que el liderazgo de China sea franco sobre su escasez de energía y la respuesta política es una señal importante de transparencia y progreso.

Esta sinceridad no proviene de negociaciones multilaterales, sino de la convicción de que detener el calentamiento del planeta y la contaminación del aire es crucial para el bienestar de China.

Lo sé porque he estudiado la política ambiental y climática de Beijing durante casi dos décadas, trabajando en estrecha colaboración con sus homólogos chinos.

Y si bien las motivaciones de China son, por supuesto, impulsadas principalmente por el interés propio, el país quiere y merece reconocimiento por sus esfuerzos para detener el cambio climático hasta ahora, como el desarrollo de tecnologías de energía limpia.

Es fundamental darle tiempo al barco para que gire.


–Glosado, editado y traducido–

© The New York Times