Los sirios, espejo del país, por Alberto Adrianzén
Los sirios, espejo del país, por Alberto Adrianzén

Hay varias razones de peso para que el Perú acepte a un grupo determinado de . Sin embargo, antes de expresar cuáles son estas, quisiera precisar que no estamos proponiendo un refugio masivo sino, más bien, uno acotado, en coordinación con los países andinos y el y según nuestras posibilidades. Dicho esto, paso a explicar las razones.

La primera es de carácter humanitario. Conforme pasan los días, el número de sirios que buscan refugio aumenta. Según Acnur, quienes “han cruzado la frontera hasta Turquía ha aumentado en agosto y se acerca a los dos millones”. Por otro lado, más del 40% de las personas que han llegado a las costas europeas por el Mediterráneo buscando refugio son sirias. Mientras que más de 2.800 personas murieron o desaparecieron en este intento. Ante este drama, algo tenemos que hacer.

No solo porque estamos frente a una crisis que se convierte en una tragedia al involucrar a millones de personas sino también porque probablemente por este hecho, que afecta la vida de los europeos, podría incrementarse un comportamiento y una política xenófoba que también sufrirían nuestros compatriotas que radican en Europa. Se calcula que cerca de un millón de peruanos viven en el Viejo Continente. Por lo tanto, estamos obligados, en la medida de nuestras posibilidades, a contribuir a resolver esta crisis.

La segunda razón es que este hecho también nos obliga a plantearnos la necesidad de que nuestro país tenga una política migratoria integral. El fenómeno migratorio es uno de los grandes temas de la globalización y del siglo XXI. Según datos de Naciones Unidas, en el 2013 “unos 232 millones de personas eran migrantes internacionales, 78 millones más que en 1990” y, según Acnur, en el 2014 el número de personas desplazadas por la guerra llegaba a casi 60 millones. También hay que tener en cuenta que el Perú es un país con una alta tasa migratoria. En la actualidad, más de 3 millones y medio de peruanos viven fuera, es decir, más del 10% de su población. Y si a ello le sumamos que últimamente en el Perú el número de extranjeros que buscan trabajo viene aumentando, es obvio que necesitamos tener, de manera urgente, una política migratoria y de movilidad humana que comprenda tanto a los peruanos que viven en el exterior como a los extranjeros que llegan a nuestro país.

Por último, los temas de conceder refugio a los sirios y de tener una nos obligan a abrirnos al mundo. Hasta ahora se ha privilegiado la apertura económica y comercial, pero muy poco, o casi nada, la humana y la política. Somos un país que dice participar de la globalización pero que curiosa y contradictoriamente no tiene una ley de extranjería actualizada y que no acoge en buenos términos a los extranjeros. Somos un país en el cual los gobernantes nos hablan de las “bondades de la globalización, del mercado mundial y de la libre circulación de mercancías”, pero al mismo tiempo mantiene una política aislacionista cuando se trata de vincularnos con otros pueblos y de enfrentar los desafíos políticos del sistema internacional. En fin, una globalización que beneficia a grupos reducidos, que participa poco y que no acepta –como sucede al interior de nuestras fronteras– que hay otros distintos pero iguales en el mundo.