"Lo que los alcaldes nunca olvidan", por Pedro Ortiz Bisso
"Lo que los alcaldes nunca olvidan", por Pedro Ortiz Bisso
Redacción EC

El cementerio de las buenas intenciones. Ese parece ser el destino de , una campaña emprendida por el municipio de en contra del arrojo de los desechos de las mascotas a la calle que, a pesar de tener pocos días de vida, ya empieza a oler mal.

A la misma velocidad que se viralizó por las redes sociales, la iniciativa es devorada por y otras críticas contra la alcaldesa del distrito, que están restando valor al mensaje central. A esto se añade una serie de metidas de pata municipales, como la agresión de un grupo de serenos nada menos que .

En comparación con los plomazos que suelen endilgarnos en favor de diversas causas cívicas, la campaña logró calar por su buena dosis de humor.

Sin embargo, al margen de cuál sea su futuro, hay un problema que iniciativas como esta acarrean y que terminan por diluir su impulso inicial: la falta de seguimiento, la nula sanción.

Se dice que el Perú se distingue no solo por su buena comida, sino también por tener abundancia de leyes. Las hay para todos los gustos,colores y humores. Y en el caso del cuidado del ornato, no hay concejo que carezca de una ordenanza que lo proteja. ¿Pero cuántas de ellas se cumplen? ¿Cuántos infractores han recibido sanciones efectivas?.

La lucha contra los ‘regalitos’ que adornan parques, pistas y veredas no es reciente. Diversos municipios han buscado alternativas, unas más originales que otras, como el Puficán surcano o el Tachocán miraflorino.

El año pasado, en San Borja, 21 vecinos fueron sorprendidos con las patas de sus mascotas no precisamente en la masa. Pero, bajo la simple promesa de no volver a hacerlo, los infractores regresaron a casa con una palmadita en el hombro, el rabo entre las piernas y sin desembolsar un sol.

En La Molina, el municipio invierte hasta 2.900 soles en colocar tachos con dispensadores de bolsas plásticas. Y aunque la multa a los infractores alcanza los S/.1.520, hace poco o nada por cobrarlos.

No son, lamentablemente, las únicas iniciativas en que el esfuerzo fiscalizador se reduce a cero. Cuando Luis Castañeda se estrenó como alcalde de Lima, inició una aplaudida persecución contra quienes orinan en las calles.

Pocas semanas después, no volvió a hablarse más del tema.

Algo similar ocurrirá con esa campañita que acapara titulares por estas semanas: la persecución a los carnavaleros. ¿Usted cree que alguno de esos sujetos que malogran los domingos de muchas familias recibirá alguna de las multas que pregonan ciertos alcaldes?.

Los municipios adoran las campañas y sus lanzamientos, les encantan las luces y las fotos inaugurales. Pero se olvidan muy rápido. O, mejor dicho, tienen memoria selectiva. Lo único que recuerdan bien es que los vecinos son votantes y no conviene pelearse con ellos.