"Las ‘fake news’ son una herramienta eficaz en época electoral, sobre todo cuando tiene que ver con asuntos de gravedad".
"Las ‘fake news’ son una herramienta eficaz en época electoral, sobre todo cuando tiene que ver con asuntos de gravedad".
Andrés Calderón

Al revisar la lista de candidatos al Congreso, es posible, amable lector, que encuentre cierta dificultad para distinguir entre amarillo y naranja. No son síntomas de discromatopsia. Sucede que algunos exparlamentarios de Fuerza Popular (naranja), en un acto de “solidaridad” pasaron a engrosar las filas del amarillo partido del exalcalde de Lima, Castañeda Lossio.

Pero esta columna no está dedicada a las distinciones cromáticas, sino a una característica del partido amarillo que, por reiterada, uno solo puede inferir que responde a una estrategia. La estrategia de la falsedad.

Hace unos días, el secretario general del partido, Rafael López Aliaga, compartió alegremente una encuesta burdamente falsa, en la que se posicionaba a en el tercer lugar de las preferencias electorales para el Congreso con un 11%. Además, atribuía el supuesto estudio que mostraba un “huracán solidario” a la Universidad Católica. Pero el sondeo no tenía ficha técnica, ni fuente. Además, la PUCP dejó de hacer encuestas de intención de voto en el 2011, como anotó Fernando Tuesta en redes sociales. Por lo demás, tan falso era ese huracán que el partido amarillo ni siquiera sopla en ninguna de las reales encuestas que se han difundido hasta el momento. Aparece en el rubro de otros, disputándole decimales a otros cuatros partidos, por debajo del Frepap, para más señas (El Comercio-Ipsos, diciembre del 2019).

No es la única solidaria que ha escogido la mendacidad como hábito. no solo ha cobijado a la muñeca Annabelle (para autodenominarse el “terror de los corruptos”) para su campaña, sino también a los embustes. Los últimos han tenido que ver con el enfoque de género, al cual le ha imputado acciones tan inverosímiles como decir que el gobierno “enseña a las niñas que empoderarse es masturbarse” o que a niños de 9 años “en el colegio les ponen recursos audiovisuales en los cuales los estimulan a probar los 50 objetos sexuales”. O la señora Bartra miente, o cerca de 20 millones de padres han sido engañados diariamente y no se han enterado de que el Gobierno Peruano es una organización de fachada para ‘Xvideos’ y ‘Brazzers’.

Recordemos que otra compañera de lista de Bartra, y también excongresista de Fuerza Popular, utilizó las mismas artimañas para cuestionar el enfoque de género. Nos referimos a Nelly Cuadros, quien llegó a decir que un manual del Ministerio de Educación “es tan peligroso y similar que la pornografía infantil”.

Quizá, amable lector, no le sorprenda ya ninguna de las trolas de Bartra y compañía. Estamos tan acostumbrados a sus engaños como a las desmentidas en vivo que le han encajado algunos periodistas (como aquella vez que mintió al decir que sí había incluido a Alan García dentro de los implicados penalmente en el informe final de la Comisión Lava Jato). Pero la táctica de la falsedad es bastante peligrosa cuando se le da suficiente cabida y Solidaridad Nacional la ha escogido como su modus operandi.

Las son una herramienta eficaz en época electoral, sobre todo cuando tiene que ver con asuntos de gravedad. Eso lo sabe muy bien Donald Trump, los promotores del ‘brexit’, y no pocos políticos peruanos y sus asesores que buscan repetir la desfachatez. El siguiente paso es victimizarse y llamar mentirosos a quienes los desmienten (“fake news media” es uno de los términos favoritos de Trump).

¿Qué hacer, entonces? ¿Deberían dar tribuna los medios a los mentirosos para luego desmentirlos? No le prestaríamos un micrófono a alguien que solo insulta a sus contrincantes, ¿no? ¿Por qué hacerlo con alguien que solo ofende a sus electores mintiéndoles descaradamente?