(Foto: USI)
(Foto: USI)
Luciana Olivares

Nunca subestimes a una adolescente y el poder de una computadora. Stacey Ferreira era en teoría una adolescente común y corriente. Vivía con sus padres y hermano mayor en un hogar de clase media en Arizona en Estados Unidos. Un día su papá llevó a la casa una computadora y le dio a Stacey media hora cada día para hacer lo que quisiera.

Obviamente comenzó por dedicarse a jugar, hasta que un buen día, cansada de los mismos juegos, se cuestionó por qué ella no podía crear los suyos. Empezó a aprender a programar con tutoriales y jaló la atención de su hermano Scott. Lo que comenzó como un juego se convirtió en una de las decisiones más importantes de su vida: no inscribirse en la universidad ese verano sino abrir su propia .

Ambos sentían que tenían una idea poderosa entre manos: crear una web para poder guardar algo que todo ser humano olvida, sus password y username digitales. De esa forma nace MySocialCloud, pero primero tenían que convencer de la idea a sus padres, quienes nada contentos con la idea retaron a sus hijos a vivir como un ese verano, es decir, mudarse y mantenerse solos. Stacey y su hermano rompieron el chancho, hicieron sus números, y se mudaron a un departamento de dos dormitorios en San Francisco que les costaría 250 dólares a cada uno, si lograban rentar el otro cuarto, claro.

Una mañana mientras Stacey desayunaba y revisaba Twitter, encontró un tuit que llamó su atención. Era de Richard Branson, quien ofrecía tomarse un trago con él en un elegante hotel en Miami si donabas US$2.000 para una causa social. Stacey no tenía ni para la renta del mes siguiente pero sabía que conocer a Branson era invalorable. Mandó un mail y consiguió dos cupos para conocerlo por US$4.000. No se le ocurrió mejor idea que llamar a la única persona que podría financiarla, su padre, quien luego de escucharla con atención le pidió que le hiciera una presentación de su idea, de por qué era relevante el viaje y cómo pensaba pagarle. Stacey lo hizo y consiguió el dinero.

Voló a Miami con su hermano con una premisa clara: conseguir el correo personal de Branson. Sorprendida por solo encontrar menos de 25 personas que acudieron al llamado masivo de Branson, no solo logró su correo sino que ganó su atención. Dos semanas después y con 18 años cumplidos estaba recibiendo una propuesta suya y la de su socio para invertir más de un millón de dólares en la plataforma, la cual vendió tan bien dos años después que formó parte del proyecto 2 Billion Under 20 y está en la lista Forbes de los 600 más exitosos y brillantes del mundo.

Como verás en esta historia, nada de lo que le pasó a Stacey le cayó del cielo. Ni decidir dejar de jugar para programar, ni dejar el sueño del negocio propio por la decisión real de ir tras él sacrificando su comodidad, ni cuestionarse un futuro predecible por apostar por lo impredecible, ni mucho menos dudar por un segundo en ir a buscar al hombre que podía gatillar el éxito de su . Stacey Ferreira buscó su suerte y trabajó para hacerla su progreso. Cuando emprendes un negocio o proyecto tienes que aprender a dominar la suerte leyendo, explorando, replanteando y cuestionando porque aumentarás la probabilidad de poder detectar y aprovechar oportunidades. Y si bien la pasión es importante, no la sobreestimes, porque para hacer que las cosas pasen no hay que solo amarlas y desearlas sino ir tras ellas con autoconfianza, pero sobre todo con el rigor de no solo sentirte una lechera sino buscar tu propia leche.