"¿Y los cómplices de Alarcón?", por Pedro Ortiz Bisso
"¿Y los cómplices de Alarcón?", por Pedro Ortiz Bisso
Redacción EC

De vez en cuando, el Poder Judicial nos sorprende y demuestra que es capaz de hacer bien su trabajo. Ocurrió con el caso del ex presidente regional de Áncash y el último martes con la sentencia a cinco años de prisión efectiva del ex mandamás de Alianza Lima Guillermo Alarcón. 

Fraude y falsedad genérica son los delitos por los que tendrá que purgar prisión Alarcón, uno de los dirigentes más nefastos que haya pasado por el fútbol peruano, por su afición por la criollada, la mentira y la manera como destruyó una institución de tanta tradición y prestigio en el corto tiempo que estuvo a la cabeza de ella.

Osvaldo Carpio, expectorado de la junta directiva aliancista porque tuvo el atrevimiento de exigir que los recursos se manejaran con transparencia, calcula que unos 18 millones de soles “se esfumaron” durante la gestión de Alarcón. 

En entrevista con este Diario, Carpio recordó que no se conoce cuál fue el destino del dinero de la taquilla de un partido con Universitario, tampoco lo que supuestamente recibió el club del PSV de Holanda por parte de la transferencia de Jefferson Farfán. La contabilidad fue robada, así que no ha habido manera de comprobar lo sucedido con ese dinero.

Lo cierto es que cuando la administración temporal designada por Indecopi tomó las riendas  del club, hace poco más de dos años, Alianza estaba en la ruina institucional y deportiva. La deuda a jugadores, empleados, obreros y demás entidades superaba los 40 millones de soles, suma imposible de pagar porque los ingresos eran magros, las cuentas bancarias se encontraban embargadas y la credibilidad era nula.

Pero Alarcón es solo uno más de una retahíla de personajes funestos que se aprovecharon de su cargo en función de sus intereses desde los clubes de fútbol. Ha habido otros que, habiendo hecho lo mismo o más, consiguieron escapar de las manos de la justicia porque no dejaron huellas visibles de sus tropelías o porque se sirvieron de la complicidad de la masa societaria. Bajo la promesa  de un título, una contratación rimbombante o un resultado puntual, hicieron que el éxito deportivo fuera más importante que el saqueo de la tesorería.

“Roba pero hace obra”, frase tan de moda en tiempo de elecciones generales o locales, tiene su correlato en el mundo deportivo con ligeras variantes: “roba pero campeona” o “roba pero mira el equipazo que tenemos”. Lo sufrió en su momento Alianza y también su rival de toda la vida, Universitario, que consiguió parte de sus 26 títulos a costa de la deuda que ha puesto en entredicho su futuro: 254 millones de soles

Alarcón delinquió y merece castigo, pero quienes permitieron que lo hiciera  –los socios– tienen una gran cuota de responsabilidad.  

El inmediatismo es una tara que ha destrozado la institucionalidad en el fútbol peruano, desde mucho antes de Alarcón y sus similares. Los socios que se hicieron de la vista gorda con ellos, a cambio de un título o un partido ganado, y que solo reaccionaron cuando el club se caía a pedazos, deberían hacer algo más que indignarse. El desastre también es culpa de ellos.