"Pero el jefe de Estado no da signos de ser un lector de Vallejo ni de estar habituado a un discurrir muy sutil, por lo que en una de esas, en medio del ataque de pánico que tan mal disimula, termina subiendo de nuevo abordo a la tripulación pirata que hace poco nomás hizo caminar por la plancha" (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
"Pero el jefe de Estado no da signos de ser un lector de Vallejo ni de estar habituado a un discurrir muy sutil, por lo que en una de esas, en medio del ataque de pánico que tan mal disimula, termina subiendo de nuevo abordo a la tripulación pirata que hace poco nomás hizo caminar por la plancha" (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
Mario Ghibellini

Leer los tuits de los líderes más ruidosos de no es cosa fácil. Tienen ellos una vieja querella con la ortografía y la sintaxis que dificulta la operación. Pero el esfuerzo vale la pena, pues se puede extraer de esa lectura información valiosa sobre su posición frente al Gobierno y, particularmente, frente al jefe de Estado.

Como se sabe, en los pocos meses transcurridos desde que el profesor llegó a Palacio, el partido que lo postuló a las elecciones ha perdido mucho del músculo que le gustaba exhibir en público antes del 28 de julio. El destierro que sufrió del premierato y la remoción de Luis Barranzuela de la cartera del Interior han sido los hitos más importantes de ese debilitamiento, pero no los únicos. Y la confianza retaceada hace un mes al Gabinete Vásquez por parte de la bancada oficialista da testimonio de ello.

Los capitostes de Perú Libre, en efecto, han visto cómo en poco tiempo su capacidad de intervenir en la administración del poder ha ido languideciendo, mientras que los representantes de otros sectores de la izquierda se han ajustado los fajines que ellos creían merecer y se han comido el jamón con el que ellos soñaban. Pero ahora, en medio de los aprietos en los que se encuentra el presidente, parecen estar convencidos de que ha llegado el momento de recuperar los privilegios que esos presuntos advenedizos les han arrebatado.

–Promesa de zanahoria–

Que el mandatario está viviendo horas de angustia por la moción de vacancia que se cocina en el Congreso es evidente. Su destemplada reacción frente al periodista que le preguntó si pensaba renunciar, su llamado a los líderes de los partidos con presencia en el Legislativo para pedir ‘chepa’ y el disparate de anunciar que se somete a los ronderos para que investiguen los turbios asuntos que hoy lo tienen cercado son el síntoma de una zozobra sin atenuantes.

Y mientras la facción más dura de la oposición suma votos que la acercan a los 52 que necesitaría reunir en el pleno del próximo martes para arrastrar al presidente al hemiciclo, convoca, para dos días antes, a una asamblea nacional extraordinaria de Perú Libre, entre cuyos puntos de agenda está la definición de lo que hará la bancada frente a la moción de vacancia. Un gesto que es como decirle al atribulado Castillo: “ni creas que tienes nuestros votos asegurados”. O más crudamente: “tu suerte dependerá de cómo te portes”.

El mismo Cerrón, además, le ha recordado en la última semana al mandatario de dónde provino el financiamiento de su campaña, así como el hecho de que actualmente los “caviares” están gobernando sin haber ganado las elecciones. Todo, por cierto, a través de Twitter.

A su turno, y por la misma vía, ‘Puka’ Bellido le ha demandado al Ministerio Público realizar una exhaustiva investigación sobre las visitas furtivas a la casa de Breña y le ha advertido al presidente: “usted no puede ponerse el sombrero para sentarse en Palacio y ponerse una gorra para hablar con empresarios”… Para solo dos días más tarde, tras asegurarle que serán los “caviares” quienes le darán “la estocada final”, invitarlo a recordar quiénes le dijeron “aléjate de Perú Libre”, mientras ellos, más bien, lo alentaban a mantenerse firme. Es decir, lo ha sometido a una peculiar alternancia de palo y promesa de zanahoria que revela la singular imagen que guarda de él.

Como en un famoso vals de la guardia vieja, pues, el sentenciado ex presidente regional de Junín y su piquichón parecerían estar cantándole al agobiado profesor aquello de: “Recuerda cuando anduvimos, por montes y serranías, cuando la sed te mataba ayayay, de mis lágrimas bebías”. El problema, claro, es que si seguimos hablando del financiamiento de la campaña, esas lágrimas presentan un altísimo riesgo de contaminación.

Aparte de los peligros que entraña, sin embargo, cabe preguntarse si esta equívoca propuesta de renovación de amistad es acaso una oferta que el presidente no podrá rechazar. Y la verdad es que en esta pequeña columna pensamos que no. Si se considera el asunto, digamos, en frío e imparcialmente, no es difícil llegar a la conclusión de que la suerte del mandatario en la votación del martes dependerá más de las eventuales réplicas que puedan sentirse este fin de semana del terremoto que produjo “Cuarto Poder” el domingo pasado que de la disposición perdonavidas del ala cerronista de la bancada de Perú Libre.

–El pirata–

Pero el jefe de Estado no da signos de ser un lector de Vallejo ni de estar habituado a un discurrir muy sutil, por lo que en una de esas, en medio del ataque de pánico que tan mal disimula, termina subiendo de nuevo abordo a la tripulación pirata que hace poco nomás hizo caminar por la plancha. Y ahí sí que tendrá que arrancharles guitarra y micrófono a los criollos que hoy le rinden serenata para entonar aquello de “así como he vivido al azar, al azar quiero irme”, porque si ahora la tiene difícil, con el retorno de los dinámicos del Twitter la tendrá imposible.