"En el Perú del bicentenario parece que no existe consejo más prudente entre empresarios que aquel viejo aforismo que invita, ante la duda, a abstenerse" (Ilustración: Giovanni Tazza).
"En el Perú del bicentenario parece que no existe consejo más prudente entre empresarios que aquel viejo aforismo que invita, ante la duda, a abstenerse" (Ilustración: Giovanni Tazza).
Alek Brcic Bello

Si alguien quiere entender hacia dónde se dirigen las políticas impulsadas por el Ejecutivo en base a los mensajes del gabinete ministerial, lo único que logrará será confundirse con las contradicciones que sueltan sus representantes. Y es que, como van las cosas, parece que no tenemos un gobierno, sino dos bastante enredados entre sí y con discursos que buscan silenciarse mutuamente.

El desgobierno es grave y la improvisación alcanza lo patético. Cada semana, algunos ministros se dedican a petardear los esfuerzos de aquellos que buscan traer un poco de calma a una economía que, desde que fue elegido , ha superado catorce veces el precio máximo histórico del dólar. ¿Y quién lidera esta revuelta? El presidente del , .

El tema es que esto no parece un trabajo articulado, sino una competencia desordenada por acaparar titulares. Así, por ejemplo, si el presidente hace una gira por Estados Unidos y se reúne con empresarios extranjeros para sorpresivamente garantizarles estabilidad jurídica y resaltar la inversión privada, ahí aparece el ‘premier’ para tirar su mensaje al tacho y amenazar a una empresa con expropiarla si no accede a renegociar su contrato con el Estado.

Lo mismo ocurre cuando los ministros de Economía y Justicia hacen malabares lingüísticos para intentar calmar a los inversionistas argumentando que la asamblea constituyente no está en la agenda del Gobierno. Del otro lado aparece Bellido en visita oficial pidiendo a una comunidad en Apurímac que firme los planillones para promover una nueva Constitución.

¿Pero, qué ha dicho el presidente sobre esto? Absolutamente nada y tampoco se sabe lo que realmente opina. Gobernando con mensajes institucionales desde Twitter parece que ni se da por enterado de que todo esto es responsabilidad suya. Si uno quiere que el jefe del Estado tome una voz de mando y ponga orden en su equipo, puede que se haga viejo de tanto esperar.

Y es que el problema no se limita solo a la esfera pública. Las transcripciones de las sesiones del Consejo de Ministros de agosto demuestran que el mandatario no lidera ni siquiera en las reuniones que su propio Gabinete sostiene dentro de Palacio. En algunos casos, da lo mismo que esté ahí o que deje su sombrero para representarlo. Esto, por supuesto, ya lo notó la población. Según una encuesta de Ipsos publicada esta semana, el 61% del país considera que el presidente no tiene liderazgo.

¿Y quién toma entonces la batuta ante el mutismo presidencial? No otro que su jefe del Gabinete, el también congresista Bellido. Siempre secundado en redes sociales por Vladimir Cerrón, el líder de condenado por corrupción y autor del ideario radical con que se presentó a la presidencia el partido en el gobierno.

Todo esto tiene consecuencias enormes y peligrosas. Porque si la noticia del Banco Central de Reserva estimando que la inversión privada no crecerá en el 2022 no era lo suficientemente grave, analistas privados como Credicorp (-7%), Apoyo Consultoría (-12,5%), Macroconsult (-14,4%) o el Instituto Peruano de Economía (-18,6%) hacen que esas proyecciones parezcan optimistas.

Con la incertidumbre a tope, ¿quién podría criticar a alguien que ahora busca otro lugar para invertir? Más todavía si es que acá uno escucha de la boca de un ministro algo totalmente distinto a lo que dice otro. Y es que en el Perú del bicentenario parece que no existe consejo más prudente entre empresarios que aquel viejo aforismo que invita, ante la duda, a abstenerse. Y eso es algo que la inversión privada tiene bastante claro.