Maite  Vizcarra

El día de ayer fue tendencia en Twitter por varias horas la etiqueta #Klimber, en alusión al error reiterado que cometió respecto del nombre de la atleta , a quien se buscaba reconocer en un acto público por la doble victoria que había conseguido en el Mundial de atletismo 2022, para satisfacción de todos(as) nosotros(as).

Y es que la vigilancia ciudadana del siglo XXI se ejercita preferentemente en los espacios del tipo de Twitter, y bajo el código propio del activismo digital: la sorna de los memes. Esa ironía que se reflejó en la andanada de comentarios irónicos en contra del presidente ha sido habitual en lo que va de su primer año de gobierno, lo que implica que, con frecuencia, el señor Castillo haya incurrido en errores que muchas veces son producto de la chapuza.

Pero esto va más allá, porque el señor Castillo ha usado su inexperiencia e impericia como excusas para justificar la poca capacidad que su gestión ha mostrado en estos meses, llevando a los peruanos a sufrir una situación económica ajustada, una vulneración continua a su salud y una degradación clara del acceso a los servicios de educación.

¿Esperamos demasiado del señor Castillo los peruanos cuando nos burlamos de sus errores tratando de este modo de interpelar su sentido de responsabilidad? ¿O es que acaso estamos pidiéndole ‘peras al olmo’? O, mejor aún, ya deberíamos reconocer que el señor Castillo es irresponsable de la deriva en la que se encuentra el Perú y es un inimputable, tal y como lo pinta su abogado defensor, el señor .

Me corresponde hacer la digresión del caso, para que no se me mal entienda: decir que el señor Castillo es un inimputable no es en modo alguno un desmerecimiento. Es, acaso, la situación más cercana a la realidad y que explicaría adecuadamente por qué estamos como estamos: ser incapaz de ver la realidad tal y como se presenta por fallos en la percepción o por enajenación. Inimputable.

Entonces, si esto es así, ¿cómo fue que alguien displicente llegó a la máxima magistratura del sistema de gobierno? Seguramente, ya habrá escuchado varias explicaciones al respecto, que oscilan entre la ausencia de una oferta política solvente hasta los misterios insondables de la diosa fortuna: sí, fue una fortuita anécdota.

Aunque no podemos negar que, inicialmente, Pedro Castillo encarnó una ruptura con el ‘establishment’ al presentarse como parte de esa gran proporción de compatriotas que sufre la desigualdad de acceso a oportunidades. Pero, tal vez, la asunción de alguien como el señor Castillo solo sea la comprobación de que no es suficiente con llegar al poder, sino, sobre todo, que es fundamental tener la capacidad de ejercerlo.

Porque, como decía Foucault, el poder no se tiene, el poder se ejerce. Porque, si el poder no se ejerce, se pierde (este no se guarda).

¿Tiene poder el señor Castillo? Todo indica que no, hablando en términos concretos y figurados. Concretamente, no está en capacidad de ejercer el poder que le hemos delegado. Figurativamente, tampoco está empoderado, porque no es consciente de que tiene esa condición.

Pedro Castillo ha sido una frustración hasta hoy. Pero tenemos que ser conscientes de que todos somos responsables de haberlo colocado en una situación que claramente le queda holgada y que lo desborda. Queda en nosotros asumir esta responsabilidad y encarar adecuadamente el sentido de vivir en democracia: nadie nos va a resolver mágicamente la vida. Ningún caudillo, ni ‘outsider’, ni rural, ni antisistema, ni conservador.

En el corto plazo, hay que enfrentar el enorme reto de mejorar las capacidades de todos(as) los(as) peruanos(as) a través de la mejor herramienta de igualación social: una educación pública de calidad comprobada. Pero, sobre todo, mediante el desarrollo de un pensamiento crítico que nos garantice una democracia como razonamiento público y gobierno por discusión. Poner en debate cualquier idea, por más absurda o hereje que parezca, estableciendo de esta forma la libertad de palabra o de discusión (‘freedom of speech’) como una de las características fundamentales del Perú del próximo quinquenio. Una democracia aumentada, en síntesis.

¡Feliz 28!

Maite Vizcarra es tecnóloga, @Techtulia