Estúpido racismo, por Francisco Miró Quesada Rada
Estúpido racismo, por Francisco Miró Quesada Rada

Tenía 19 años, estaba con unos amigos en la cafetería de la Universidad de Deusto en Bilbao, de repente un estudiante me dijo: “Nosotros le llevamos cultura y civilización a esos indios americanos con taparrabos”. Entonces salté de mi asiento como si fuera impulsado por un resorte y les dije a todos: “No hay nada de malo que usen taparrabos, pero ustedes llegaron a América y destruyeron dos civilizaciones. El imperio de los incas y el azteca eran civilizaciones muy avanzadas, incluso los mayas habían concebido el concepto de cero mucho antes que los europeos”.

Me sentí agredido y, tras una larga polémica entre los mismos españoles (unos que me dieron la razón y otros no), ofrecí una charla en que expliqué cómo fue la cultura andina y el imperio de los incas.

Les mostré que su actitud no solo era eurocentrista, sino racista. El indio es el bárbaro, el inculto, el incivilizado; el blanco es el civilizador, el culto, el superior y esta idea, que fue el meollo de mi indignación y luego del debate, fue impuesta en la Colonia y se mantuvo en el Virreinato. Lamentablemente continúa aún.

Decía que los hombres imaginan a sus dioses igual a ellos. A la famosa diosa del amor babilónica, Astarté, la pintaban morena y los griegos ilustraban rubia a Afrodita, que luego los romanos llamaron Venus.

¿De qué color fue la piel de Cristo y de la Virgen María? El hijo de Dios fue moreno, según ciertos estudios. Un mariólogo español, que en los años cuarenta fue invitado al Club Nacional por mi abuelo Óscar Miró Quesada de la Guerra (Racso) para que hable sobre la Virgen María, afirmó que era negra. Los asistentes armaron un bolondrón. Protestaron por el “atrevimiento” del conferencista, pues los europeos pintan a un Cristo y una Virgen blancos. Con el tiempo la situación fue cambiando y nuestros artistas retratan al niño Manuelito, un niño Dios, mestizo.

En su “Ensayo sobre las costumbres” (1756), afirma: “La piel negra de los africanos es una prueba de la existencia de un principio que hace diferentes a las diversas razas y que la naturaleza ha subordinado a este principio los diversos grados de inteligencia de los pueblos, por lo que resulta natural, por ejemplo, que los negros sean esclavos de los blancos”. Esta es una prueba de que este genial pensador francés fue racista, de que estaba condicionado, alienado a las creencias raciales de su época. Igual comportamiento lo encontramos en Platón y Aristóteles, quienes justificaron la esclavitud como algo natural, aunque el primero, en un deslumbramiento de genialidad, señaló que pese a todo en su propia naturaleza un hombre libre y un esclavo eran iguales porque ambos podían demostrar un teorema matemático.

Mucha literatura ha corrido para justificar el racismo. Ahí están Henri de Boulainvilliers en la Edad Media con su teoría de las “dos razas”. Joseph Arthur de Gobineau, Houston Stewart Chamberlain y el antisemita Alfred Rosemberg son autores de teorías estúpidas, ideas que todavía mucha gente sigue, lamentablemente también en el Perú. Durante la historia algunos han creído en este tipo de pensamientos absurdos. Lo peor es que los hemos aplicado con mucha seriedad, lo que nos hace más estúpidos aún. No hay razas superiores ni inferiores. El color de la piel está determinado por una sustancia que se llama melanina.  

Falta mucho para que concretemos lo que reclamaba el novelista : “Todas las sangres”. Hace poco en nuestro maltratado fútbol ocurrió un incidente lamentable. Por eso, ha hecho muy bien El Comercio en destacar el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.

Al Perú hay que comprenderlo y asumirlo no solo por su geografía tan variada, sino en su sociodiversidad y algún día no nos llamarán por el color de nuestra piel, sino por nuestro nombre, pero esto sucederá cuando se produzca una revolución ética, la más importante de todas, la definitiva.