Se acabó el show. Una normativa aprobada por la Asamblea Nacional de Francia obligará a indicar en las publicaciones del país galo –medios y publicidad, principalmente– si una imagen ha sido alterada digitalmente. Ello como medida para evitar que los ciudadanos crean o anhelen un ideal corporal que no evidencie la realidad.
Buena parte de las noticias que difunden esta disposición han sido ilustradas con fotos de actrices y modelos, señalando –directa o indirectamente– al retoque como un fenómeno en su mayoría femenino. Curioso. El uso actual de Photoshop desconoce géneros, edades, nacionalidades u ocupaciones, pero no todo el mundo lo sabe. No son pocos los políticos que se borran arrugas, rellenan entradas y blanquean dientes en sus imágenes de campaña –eso sin contar el Photoshop moral que intentan aplicarse– ni los catálogos de grandes almacenes que editan tonos de cabello o estatura en niños y niñas. ¿Qué pasaría si ellos, al igual que cantantes, vedettes y una larga lista de personajes se viesen obligados por ley a reconocer públicamente en sus carteles, anuncios o calendarios que sus fotografías han pasado por una modificación? Habría que probarlo.
La foto que acompaña esta columna está retocada. Mis ojeras fueron atenuadas, el brillo de mi frente matizado, el contorno de mi rostro afinado y algún mechón de pelo rebelde fue debidamente eliminado. Todo ello en pro de una versión de mí misma mejorada, sin fallas, sin chance a papadas o cejas despeinadas. Un procedimiento ‘polite’ –ni agrandado de ojos, reducido nariz o aumentado volumen en cabellera; o viceversa– pero igual de trascendente. Poco o mucho: Photoshop es Photoshop y así debe asumirse. ¿Podría haber buscado mi mejor versión a la antigua, con laca que sujete los mechones que están fuera de su sitio, más maquillaje que evite que mi piel transpire, o un mentón elevado al posar para aligerar mi gesto? ¿Y si yo me hubiese hecho alguna cirugía? ¿Eso también mostraría una realidad alterada o sería válido con los motivos adecuados? ¿Qué hay de los filtros de Instagram para modificar una foto tomada con el celular, aclarar u oscurecer tonos de piel o disimular facciones marcadas? Nos hemos acostumbrado tanto al retoque que ya ni siquiera sabemos cuándo lo estamos observando o cuándo poniendo en práctica.
Todavía no tengo las respuestas definitivas a las preguntas que planteo líneas más arriba, pero entiendo que solo pueden responderse con equilibrio; el mismo que busco entre el amor propio, la vanidad y la autenticidad en un camino plagado de salidas fáciles. Tal vez si pusiéramos el mismo empeño en retocar otros aspectos internos, otra sería la manera de verlo.