Giulio Valz-Gen

Aunque las aguas andan bien partidas en la política peruana desde hace ya un rato, situaciones como la posible destitución de todos los miembros de la Junta Nacional de Justicia () por parte del sirven para evidenciar quiénes están en cada uno de los lados, en este caso, la división es entre los ‘caviares’ y los ‘anticaviares’.

El asunto tiene un cariz particular. No todas las semanas la agenda es la destitución del colegiado completo de una entidad constitucionalmente autónoma como la JNJ. El posicionamiento en la cancha no es relevante solo por los jugadores dentro del Parlamento, sino también por quienes están fuera de este.

No es difícil identificar de qué lado están las bancadas en el Congreso. En general, las que integran la Mesa Directiva (y que soportan al Gobierno) se encuentran, al menos por ahora, inclinadas a votar a favor de la destitución por supuesta falta grave. Así lo evidencian sus votos y movidas en la Comisión de Justicia para alinear el informe, supuestamente técnico, a sus argumentos, más bien políticos. Queda por verse si llegan a tener los 87 votos en el pleno que se requieren para la destitución.

La agenda ‘anticaviar’ aglutina a varios grupos dentro y fuera del Congreso. Para ellos, los ‘caviares’ son los culpables de casi todos los problemas del Perú. Entonces, si la Constitución brinda un espacio para interpretar, en mi opinión forzosamente, qué es una falta grave y esto puede servir para sacar a ‘caviares’ de posiciones de poder, hay que ir por ello, cueste lo que cueste. Total, nuevamente en su versión, los ‘caviares’ han tomado todos los espacios (y lo seguirían haciendo si pudiesen) y hay que aprovechar las circunstancias y correlaciones presentes.

Considero que un gobierno o Congreso ‘caviar’ tomaría todos los espacios de poder que estuvieran a su alcance. Esa circunstancia puede ser criticable, pero en la medida en que se trate de nombramientos de personas que cumplan con los perfiles para el cargo, no hay mucho que decir. Algo así como lo que ha ocurrido con la designación del defensor del Pueblo hace unos meses. No tiene los mejores pergaminos, pero es de la confianza de los grupos del Congreso que le dieron los votos. Ojo, en este caso, no fueron ‘caviares’ los que ejecutaron la designación, sino la coalición más bien ‘anticaviar’ que hoy se impone en el Parlamento.

Si bien los cargos deberían ser ocupados por los mejores, la realidad te dice que, si un ente político como el Congreso tiene la facultad de designar o remover a alguien, algún grado de política habrá en la operación. El tema está en cuánta política se introduzca. En el caso de la JNJ, la propuesta de inhabilitar a todo el colegiado es una exageración de política que atenta contra la institucionalidad que debería primar en dicho ente.

Una consecuencia peligrosa de una decisión de esta naturaleza es que los ‘anticaviares’ pueden terminar alejando a grupos más institucionalistas, de izquierda, centro y derecha. Ellos podrían tener mayor afinidad en temas que van más allá del ‘caviarismo’ y que, creo, son más relevantes que este, como, por ejemplo, evitar que la izquierda logre instalar una asamblea constituyente. En particular, me preocupa la división que este tema genera en grupos más de centro y de derecha que ven cómo el ‘anticaviarismo’ le puede terminar ganando a la razón y alienando cualquier acuerdo futuro. Estas divisiones serán aprovechadas por la izquierda y son un adelanto de lo dividido que llegarán el centro y la derecha a un proceso electoral. La receta perfecta para el fracaso.




*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.



Giulio Valz-Gen es analista político