La importante diplomacia, por Óscar Vidarte
La importante diplomacia, por Óscar Vidarte
Redacción EC

A mediados del año pasado las autoridades alemanas detuvieron a un supuesto doble agente que habría estado suministrando información reservada a las agencias de seguridad de Estados Unidos, la misma que confirmaba, entre otras cosas, la interceptación del teléfono de la canciller Angela Merkel. Alemania respondió con dureza, e indignada expulsó al jefe de la CIA en el país y pidió explicaciones. Por tratarse de temas relativos a los servicios secretos, el gobierno de Barack Obama evitó hablar del espionaje en los medios de comunicación; sin embargo, se comprometió a trabajar conjuntamente con Alemania para resolver este problema. 

Berlín, consciente de la existencia de una serie de temas de interés mutuo, no fue más allá, y estableció canales de diálogo, cambiando de tono a uno más conciliador. El trabajo diplomático permitió que el Gobierno Estadounidense adopte una serie de medidas de cara a profundizar la reforma de los servicios de inteligencia de la potencia mundial, reconocimiento implícito de haber estado frente a un caso de espionaje.

Tratándose del espionaje llevado a cabo por Chile a nuestro país, ¿cómo está procediendo el gobierno al respecto? La nota de protesta (con información detallada) y la llamada a consultas de nuestro embajador en Santiago fueron pasos adecuados que demostraron la firmeza de la queja peruana. Pero creer que el Gobierno Chileno va a reconocer públicamente el espionaje y, por ende, ofrecer las disculpas que muchos solicitan por estos lares no es real (como se aprecia en la experiencia comparada); de ahí que, por el bien del país, las fuertes declaraciones del presidente Humala frente a la respuesta del Gobierno Chileno deberían ser entendidas como parte de la retórica política (con gran impacto en la opinión pública cuando se trata de Chile), no del camino a tomar. 

En aras de la agenda bilateral (que pasa por temas tan importantes como concluir con la implementación del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya), corresponde privilegiar el trabajo en el ámbito diplomático, el mismo que debería hacer que Chile, a fin de preservar nuestros intereses, tome las acciones necesarias para evitar que se repita lo que constituye una práctica sistemática desarrollada durante una década. Tal y como lo demuestra la relación entre Alemania y Estados Unidos, este es el espacio donde la confianza mutua debe establecerse por más difícil que ella pueda parecer.

Lamentablemente, continúa filtrándose información que dificulta la labor que realiza RR.EE. Así, resultan preocupantes las falencias mostradas por el Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas no solo debido al hecho de que un servicio de inteligencia extranjero pueda cooptar a nuestro personal, sino también por la forma como la información de un proceso en teoría reservado, con implicancias sobre nuestra seguridad y aun en fase de investigación, puede llegar a los medios de comunicación, obligando a Torre Tagle a tomar cartas en el asunto frente a un tema que debería haberse manejado de otra forma. 

Esperemos que la coyuntura, pero sobre todo lo que puedan decir o hacer nuestras autoridades e instituciones, no afecte la aprobación del proyecto de ley sobre comunicación internacional por el Congreso de la República, ni la adecuación normativa que Chile tiene que efectuar de cara a lo que debe significar el registro conjunto de las coordenadas del límite marítimo ante las Naciones Unidas.