"Si pueden lograr que sus marcas sigan siendo preferidas con menos azúcar, todos ganamos". (Foto: Minsterio de Salud de Chile)
"Si pueden lograr que sus marcas sigan siendo preferidas con menos azúcar, todos ganamos". (Foto: Minsterio de Salud de Chile)
Fernando Cáceres Freyre

No tengo una posición a favor o en contra del uso de semáforos u octógonos para etiquetar los alimentos procesados. Pero sí tengo una posición a favor de que las alertas (i) nos guíen para saber qué es preferible no comer y qué es aconsejable sí comer, y (ii) nos ofrezcan esa guía en base a porciones regulares, y no a 100 gr (sólidos) o 100 ml (líquidos), que nadie sabe calcular cuando compra. La actual Ley de Alimentación Saludable falla en ambos aspectos, y por eso creo que tiene sentido su modificación.

Si los envases solo nos indican qué debemos evitar, tal como establece la ley actual, es muy probable, como ha ocurrido en Chile, que las empresas, para evitar las alertas, reformulen sus productos. Eso está muy bien. Si pueden lograr que sus marcas sigan siendo preferidas con menos azúcar, todos ganamos. Así, por ejemplo, hoy Fanta y Sprite se publicitan en Chile como “libre de sellos”, que es como allá les llaman a las alertas nutricionales.

Sin embargo, si al mismo tiempo los envases no llevan un distintivo que indique –de manera simple y estandarizada– qué productos pueden considerarse saludables, la regulación no estará ayudando a los consumidores a elegir comer sano. Lo mínimo que debería ofrecer una regulación es información sobre qué es alto (rojo) y qué es bajo (verde), por ejemplo, usando octógonos rojos y verdes que sirvan para guiarnos hacia lo que no y sí.

Asimismo, si las alertas se colocan en función de cantidades superiores o inferiores a las porciones regulares, tal como ocurre con la ley actual que dispone incluir alertas en base a 100 gr/ml, no estará ayudando al consumidor en modo alguno. Hay productos, como varios tipos de papitas, cuyo alto contenido en grasa hace que tengan octógonos rojos tanto si los calculas en función de 100 gr como de una porción. Para este tipo de productos, tener solo octógonos rojos sí ayudaría. Pero hay otros productos, como los cereales y los yogures, en los que un cálculo basado en 100 gr llevaría a colocar alertas, mientras uno basado en porciones no.

Las porciones regulares, desde luego, debieran ser definidas por el Ministerio de Salud, pues las que usan las empresas para ofrecer información nutricional no son realistas. Por ejemplo, indican 30 gr de cereales (2/3 taza) y 7 gr de kétchup (una cucharadita), cuando las porciones razonables son bastante mayores.

Es cierto que la entrada en vigencia de esta norma viene demorando demasiado. Pero también lo es que la norma actual es de muy poca ayuda para elegir comer sano, pues solo te dice qué no comer y asume que consumirás una cantidad irreal de producto.

Ayer se aprobó un dictamen en la Comisión de Defensa del Consumidor. En resumen, las alertas se ofrecerán en forma de octógonos rojos (alto en), ámbares (medio en) y verdes (bajo en), e incluirán información sobre la cantidad de gramos de grasa, azúcar y sodio. Lo positivo es que se estén haciendo cálculos por porciones y que esté presente alguna alerta que nos guíe hacia comer lo saludable. No me queda clara, la utilidad del color ámbar. Ni incluir la cantidad de gramos de grasa, azúcar y sodio que nadie andará sumando. Lo negativo es que se siga dejando fuera a la alimentación preparada, a pesar de que, para ser coherentes, el menú de los restaurantes que venden, por ejemplo, lomo saltado o pollo chi jau kay también debería llevar advertencias por ser altos en sodio. Necesitamos información simple, pero completa para poder elegir.