Minería 'artesanal' en el corazón de Lima, por Martha Meier
Minería 'artesanal' en el corazón de Lima, por Martha Meier
Redacción EC

El investigador en temas mineros Miguel Santillana ha revelado que, en el mismísimo casco urbano de Lima,  el fenómeno de la minería “artesanal” crece. Esto no debe sorprendernos pues a tiro de piedra del Centro de Lima,  desde cuyo Palacio Municipal Susana Villarán desgobierna la ciudad, la minería “artesanal” (en buen cristiano ilegal y obsoleta)  hace de las suyas.

Con su descuido y técnicas propias de siglos pasados, la actividad amenaza directamente la salud de un millón de limeños. Indirectamente, nos amenaza a todos y aniquila zonas en las alturas de Chaclacayo, Chosica, Carabayllo y Huarochirí (Ricardo Palma), aptas para la creación de circuitos de caminatas, ciclismo y otros deportes al aire libre, además de atentar contra la reforestación (recuperando así lo que alguna vez fueron los bosques de la vertiente occidental andina, cuyo último relicto es San Bartolomé).

En febrero se intervino uno de los campamentos de minería ilegal cuyas operaciones eran ya de escándalo por darse en la conocida quebrada de California, a pocos metros del río Rímac. Esa quebrada –donde en los años 80 se filmó “Sonata Soledad”, de Armando Robles Godoy– está prácticamente  a la vuelta de las casas de campo de la urbanización del mismo nombre, junto a la tradicional zona de Los Cóndores, ambos lugares a donde la gente va en  busca de aire puro. Vaya ingenuidad: el aire de la zona (que ninguna autoridad monitorea) ha estado cargado por años con vapores de mercurio y cianuro

Por lo pronto se sabe que la  exposición prolongada a pequeñas dosis de vapores de cianuro afecta la glándula tiroides, el corazón, causa lesiones en el nervio óptico, presión alta y ataxia (descontrol muscular).

Información de Rights Action indica que la degradación del cianuro es lenta, por lo que sí puede afectar a las comunidades aledañas, a contramano de lo que afirman algunas comercializadoras de minerales.

Otro metal pesado detectado en estos campamentos ilegales, y manipulado inadecuadamente, es el mercurio. Como el cianuro, también es altamente volátil y puede causar trastornos neurológicos y de comportamiento, afecta el habla, la concentración, el hígado y la tiroides. Se sabe, además, que puede causar malformaciones en los fetos. No vendría mal un estudio de incidencia de cánceres en las zonas aledañas a este tipo de campamentos que proliferan en las partes altas de Lima, de la calidad del suelo y aguas subterráneas. Sobre el Rímac sabemos lo que dice un informe del Ministerio de Energía y Minas, que el agua  “refleja la descarga de drenajes ácidos de mina hacia el río”. ¿Cuánto de esto es responsabilidad de la llamada minería “artesanal”?

En los campamentos mineros cercanos a Lima, a pocos kilómetros del Palacio, donde habita un presidente cuya lectura de cabecera es “No me gusta la concentración de medios” (según lo dicho a la directora de América TV, Clara Elvira Ospina, en la Feria del Libro de Bogotá), se encontró que trabajan niñas y niños, así como mujeres en edad fértil. Señor esposo de la primera dama, ¿puede “concentrar” su atención en este tipo de problemas, que son reales y no imaginarios? Gracias.