En el encuentro estuvieron Aída García-Naranjo, Luis Villanueva, Gregorio Santos, Zenón Cueva, Verónika Mendoza y Vladimir Cerrón. (Foto: Lino Chipana / Enviado Especial)
En el encuentro estuvieron Aída García-Naranjo, Luis Villanueva, Gregorio Santos, Zenón Cueva, Verónika Mendoza y Vladimir Cerrón. (Foto: Lino Chipana / Enviado Especial)
Daniela Meneses

El fin de semana pasado, representantes de diversas agrupaciones políticas y organizaciones de izquierda se reunieron en Huancayo para comenzar discusiones sobre la posibilidad de presentarse en las elecciones del 2021 como bloque. En un país con agrupaciones políticas y partidos tan débiles, el que un sector quiera pensar en una agenda común con un par de años de anticipación podría ser considerado positivo, incluso si no creemos que la izquierda deba tener una mayoría en el Congreso ni ser elegida en el Ejecutivo.

Tener grupos sólidos, preparados y técnicos de diferentes sectores ideológicos potencialmente implica, por ejemplo, una herramienta interesante de contrapesos y fiscalización mutua. Si hablamos particularmente de la izquierda, además, estamos hablando de un grupo que podría impulsar temas que muchas veces carecen de representación adecuada, especialmente en un país tradicionalmente conservador. Me refiero a asuntos como los derechos de la mujer y la familia, cuestiones ecológicas, la descentralización, los derechos de las minorías, la regulación de las drogas o los derechos laborales. Propuestas y opiniones con las que estaríamos más o menos de acuerdo, pero que finalmente representan a un sector de la población, y que bien articuladas y analizadas podrían contribuir al debate. Después de todo, puedo estar en contra de la legalización de las drogas, pero eso no quita que sea positivo que exista un espacio para que un congresista traiga la evidencia más reciente sobre la marihuana medicinal y se cree así un espacio de discusión. Quizás no crea en el salario mínimo, pero eso no me impide apreciar a los parlamentarios que, al menos, busquen aumentarlo en momentos de crecimiento de la productividad y con criterios claros.

De hecho, en este Congreso contamos con algunos miembros de izquierda que (más allá de tener posiciones que me parecen equivocadas en varios aspectos) han cumplido un rol importante en defender asuntos centrales para la sociedad. Pienso, por dar un ejemplo, en Indira Huilca, una voz contra la violencia de género, y a quien este mes hemos visto expresar la necesidad de sancionar al congresista López luego de que fuera acusado de haber incurrido en tocamientos indebidos, fiscalizar el servicio de atención a menores víctimas de violencia en el hospital Loayza y defender la propuesta de paridad en la Junta Nacional de Justicia.

El problema de la izquierda en el Perú, sin embargo, es el problema que tenemos en mayor o menor grado (y con mayores o menores consecuencias) en todos nuestros sectores políticos: están lejos de ser agrupaciones íntegras y técnicas. Y, en lo que a la izquierda se refiere, si es que el plan del sábado tiene algún futuro, no hay mucha esperanza de cambio.

El así llamado Acuerdo de Huancayo presenta ideas muy generales y la somera mención a diversas problemáticas del país es acompañada por las viejas visiones sobre refundaciones de la república y nuevas constituciones. La misma vacua receta ‘antineoliberal’ que venimos escuchando hace demasiado tiempo. Los participantes de la fecha también dejaron mucho que desear. Además de , lideresa de Nuevo Perú, estuvo presente por ejemplo Gregorio Santos, líder anti-Conga actualmente investigado por asociación ilícita para delinquir y colusión. También acudió Richard Huacoto en representación de . Este último demostró el año pasado no considerar problemático postular al cargo de gobernador regional desde la clandestinidad en la que se encontraba para salvarse de una sentencia (ahora anulada) por delito contra la tranquilidad pública. Se suman a la lista Zenón Cuevas, uno de los líderes del ‘moqueguazo’, y Vladimir Cerrón, que mientras los venezolanos luchan para terminar con la tiranía acaba de decir que hay que dejar a Maduro terminar con su mandato. Con estos nombres como cabezas, cuesta imaginarse qué sorpresas traerían las eventuales listas parlamentarias.

No se trata aquí de pensar que la izquierda no debería existir ni de que esta no tiene aportes que hacer a la sociedad. Pero tanto derecha, centro, izquierda y liberales deben ser juzgados por la existencia (o ausencia) en sus cuadros de integridad, criterios técnicos y respeto a las instituciones.