(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Roberto Abusada Salah

La disminución en el ritmo de crecimiento, la preocupación por la inseguridad ciudadana y la corrupción han determinado que la discusión política peruana, e incluso la atención mediática, se circunscriban casi exclusivamente a problemas del ámbito interno. En cambio, existe poca atención pública a los dramáticos sucesos en el entorno internacional donde nuevos eventos geopolíticos y las tendencias proteccionistas, populistas y xenófobas parecen haber ganado inusitada fuerza.

La política exterior y su administración por parte de la cancillería está obligada a enfrentar cruciales retos. Estos trascienden a las tareas que podríamos denominar normales en las relaciones diplomáticas, o aquellas otras acciones de urgente adopción ante el surgimiento de algún conflicto bilateral. Hoy los conductores de la política exterior están obligados a diseñar nuevas políticas para enfrentar situaciones internacionales que se han convertido en extremo fluidas, contradictorias y, en algunos casos, particularmente peligrosas.

Creo que en el último año la cancillería ha actuado de manera inteligente frente a tres situaciones particularmente graves: primero, el creciente proteccionismo luego de la elección del presidente Donald Trump, el ‘brexit’ y el emergente populismo en algunos países de Europa. Segundo, el agravamiento de la crisis política y humanitaria en Venezuela. Y tercero, las relaciones con Brasil, el gigante vecino que más allá de sus aspiraciones hegemónicas ha tenido durante los 12 años en el gobierno del Partido de los Trabajadores actos de indudable interferencia en nuestra política interna, además de corresponsabilidad en los sucesos de corrupción en el Perú.

Frente al creciente proteccionismo en naciones avanzadas, el Perú ha actuado de manera proactiva. La cancillería, en estrecha sintonía con el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, ha tomado un rol protagónico en dar un nuevo impulso a la Alianza del Pacífico (AP). En primer lugar, la AP ha adoptado una posición clara y definitiva a favor de la apertura económica y el libre movimiento de bienes, servicios, capitales y personas entre los cuatro países que la conforman y, al mismo tiempo, ha establecido mecanismos de cooperación con muchos de los 52 países que tienen estatus de observadores dentro de la AP.

Pero quizás la acción más importante en los últimos meses ha sido el inicio de una relación más estrecha con tres países del Asia Pacífico: Australia, Nueva Zelanda y Singapur, que junto con Canadá ingresarían a la AP como países asociados. Se trata de países de notable dinamismo económico con los que la AP negociará acuerdos de libre comercio con altos estándares de integración.

En el tema de Venezuela, el Perú ha adoptado un rol protagónico, marcando un drástico contraste respecto de la actitud vergonzosamente complaciente del pasado gobierno. La instalación de la Asamblea Constituyente es el fin de todo vestigio de democracia en ese país. Nicolás Maduro ha creado un régimen autocrático sin ninguna institución democrática en funciones. La cancillería peruana oportunamente retiró al embajador peruano en Venezuela, y ahora ha convocado a una reunión de cancilleres en Lima con una reacción regional contundente: 14 cancilleres manifestaron su aceptación inmediata a asistir a la reunión que se realiza hoy y donde se espera adoptar una enérgica postura conjunta ante la crisis venezolana.

El caso de Brasil es especialmente delicado y poco discutido. Por un lado, se trata del enorme vecino con el cual el Perú no puede degradar sus relaciones; pero, de otro lado, estas relaciones tampoco pueden mejorar sin que ambos países hagan lo necesario para lograr ese objetivo. Un buen primer paso en la dirección correcta fue el inmediato apoyo brasileño a la iniciativa peruana de definir la lucha contra la corrupción como el tema central de la Cumbre de las Américas que se realizará en Lima en abril del 2018. La cancillería está trabajando con particular profesionalismo para relanzar la relación interestatal con Brasil al óptimo nivel que tuvo durante los ocho años de la presidencia de Fernando Henrique Cardoso.

Ninguna de estas importantes acciones ha distraído a nuestra cancillería de su trascendental tarea de elevar la calidad de las relaciones con países vecinos y otras naciones de vital importancia para el Perú, relanzando gabinetes binacionales con Bolivia, Colombia, Chile y Ecuador; concretando importantes acuerdos con China durante visitas recíprocas del presidente peruano y el presidente chino, además de visitas de oficiales a Estados Unidos, Francia y España.