Fue Aristóteles, autor de la “Politeia” y de la tesis sobre la dimensión social del ser humano, quien sentó las bases de la política, como una necesidad inherente al vivir en sociedad, con leyes que regulen el orden social y la existencia de la autoridad.
Desde entonces muchos notables pensadores se han ocupado de la política y de los políticos. Maquiavelo, Hobbes, Looke, Franklin, Tocqueville, Rousseau, Marx, Weber, Lipset y Duverger proporcionaron abundante material sobre la política, su naturaleza, los conceptos básicos, su relación con el poder.
Existen varios modelos de hacer política, pero es la democracia el sistema más cabal para construir estados y gobiernos en la que encuentra su mejor posibilidad de libertad, orden y desarrollo.
Apliquemos ahora estas ideas a la situación peruana. La primera cuestión es ¿cuál es el grado de legitimidad que tiene hoy la política en el Perú? La respuesta es que el grado de adhesión a ella es muy bajo. Desconfianza, frustración, corrupción e indiferencia son algunas razones que hacen mirar la política con recelo y escepticismo.
¿Por qué se ha llegado a esta situación? Es obvio que la responsabilidad principal recae en los partidos políticos. Según el artículo 35 de la Constitución, en política todo pasa por las organizaciones políticas que “concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular”. Es, pues, a través sus propuestas que los ciudadanos eligen a los gobernantes.
Pero si hay que pasar por la aduana partidaria, resulta inevitable conocer cómo funcionan los partidos en el Perú. En verdad, partidos con vocación de mantener su organización, ser cuidadosos de su militancia y tener capacidad para ofrecer a los electores perspectivas de buen gobierno son muy pocos.
El acopio de datos históricos nos informa que la mayor parte de los partidos son de escasa duración. De este dato se salvan partidos como el Apra, aunque su caudal electoral ha bajado; el PPC, con serios problemas por ahora; Acción Popular, el partido que fundó Fernando Belaunde que se esmera por sobrevivir, y Fuerza Popular, variante de las denominaciones empleadas por el fujimorismo para mantenerse en la palestra.
Las demás organizaciones son alianzas efímeras, aun cuando tengan éxito en elecciones locales y regionales. ¿Cómo así se ha llegado a esta situación? En verdad, a los partidos los afecta la fragilidad del tramado institucional, la escasa presencia del Estado en diversas partes del territorio nacional, la ausencia de una educación que estimule desde temprana edad los valores de la condición de ciudadano y los largos períodos de interrupción de la democracia.
También cuenta la propaganda antipartidos practicada por las oligarquías gobernantes y los propios errores de las cúpulas partidarias, que no supieron asumir su responsabilidad cuando tuvieron la oportunidad de ser gobierno. Asimismo, el egoísmo de no preparar cuadros políticos nuevos y el rodearse de “técnicos”, muy eficientes en cuanto tales, pero carentes de la visión social y de la cultura política que suele caracterizar a los políticos. La experiencia demuestra que solo con técnicos y menosprecio a los políticos no se gobierna.
Así, en las elecciones que vienen nos llenaremos de candidatos, pero no de políticos con talento y capacidad para formar un gobierno estable. ¿Será por esta ausencia que los partidos orgánicos competirán con los mismos cuadros que los representan desde hace varias décadas?
Han apelado, entonces, al valor de la experiencia, al carisma de los líderes conocidos, etc. En este contexto, no está mal que apelen a esos criterios. Peor es la improvisación y los ‘outsiders’ de última hora.
Aplicaremos, pues, el “tú lo conoces, vota por él”, sin obviar por ello la crítica que exige a los partidos renovación y formación de cuadros que hagan renacer el optimismo por la política y los políticos.