A siete días del insulso pero agresivo mensaje de , no tiene sentido dedicar mucho espacio para comentarlo. Ya casi todos los aspectos de su contenido han sido rectificados por especialistas.

En cuanto a la seguridad ciudadana, me sumo a lo que mi amigo y colega Ricardo Valdés ha explicado ya en diferentes medios. Lo que dijo Castillo de haber capturado a 231.800 personas por delito flagrante y a 61.000 requisitoriados por la justicia es una mentira delirante. Basta con decir que, entre ambos, llegaríamos a casi 300.000 capturados por delitos graves, lo que tendría que haber tenido un impacto muy significativo en el incremento de personas en prisión, cuando esta cifra solo ha aumentado en no más de 2.000.

Me concentro, entonces, en lo que creo que fueron los siete hechos ocurridos o conocidos durante las que, en su conjunto, dan cuenta del profundo hoyo en el que estamos y de lo urgente de volver a la superficie.

Por orden de aparición:

1. Y arrancó la jarana. Una trabajadora del Congreso denunció que, en la madrugada del 27, luego de haber tomado bebidas alcohólicas, fue violada por el parlamentario en su oficina congresal. Justificarlo por su juventud o porque estaba ella en un entorno de “puros hombres” añade ofensa al horrible daño.

2. No se oye, padre. Monseñor Carlos Castillo, en el Te Deum y citando a Basadre, nos recordó lo que sucedía por esos mismos días hace 200 años. “San Martín, preocupado por el alto costo del sufrimiento humano que implicaba la prolongación de la guerra, pidió ayuda a Bolívar”. Pero este se negó a darla, por lo que “decidió algo más hondo todavía. Retirarse para dejar paso a quien tenía las fuerzas preparadas para que no retrocediera el proceso libertario y republicano”. Monseñor se preguntó: “ ¿Acaso no extrañamos la presencia de esa generosidad y desprendimiento en toda la dirección nacional, en cualquiera de sus niveles, y especialmente en la esfera política y pública?”.

El pedido de renuncia fue inequívoco, pero la sofisticación del mensaje era demasiada para que Pedro Castillo lo percibiese. Ojalá Lady Camones, allí presente, sí lo haya captado.

3. El cono del silencio. Maxwell Smart, el inolvidable agente 86, cuando no quería que nadie escuchara lo que conversaba con su jefe, le pedía bajar una campana de vidrio que los aislaba por completo.

La desproporcionada seguridad para las pocas cuadras que lo separaban del Congreso, yendo en un auto probablemente blindado, rodeado de Húsares de Junín y de varias decenas de agentes de seguridad del Estado, es enormemente expresiva para un presidente que quiere vivir bajo el mismo cono, pero para no oír al pueblo, aquel al que decía deberse.

4. A confesión de parte. La primera versión del discurso, la que se conoció la mañana del 28, terminaba con un “conmino a los ciudadanos que se encuentran prófugos y que el país reclama su comparecencia a entregarse a las autoridades”. Era mucho para él y pidió que se lo modificaran. No tuvo tiempo de revisarlo y terminó leyendo, en su reemplazo, un genérico: “hacer una lucha frontal contra la corrupción”. No vaya a ser que los prófugos se molesten –parece que se dijo–, por lo que, en la tercera, la que se distribuyó después, ya ni siquiera se mencionaba el tema.

5. La familia es lo primero. En la película “El Padrino”, Vito Corleone le dice a su hijo Sonny: “Nunca digas lo que piensas a alguien fuera de la familia”. Castillo también quiso que la discreción impere, pero nunca tendrá el talento de “Don Vito” para esconder el crimen. Por ello, en el primer año se conocen ya de las andanzas de su hija putativa, cuatro de sus cuñados y varios de sus sobrinos.

6. Expulsados de su casa. Desde hace varios años, se ha vuelto tradición que en los desfiles militares del 29 de julio participen los miembros del GEIN, los que capturaron a Abimael Guzmán en 1992. También, por supuesto, los Comandos Chavín de Huántar, que lograron recuperar la embajada de Japón en 1997, dándole la estocada final al MRTA.

Impedir su participación es, en sí mismo, un mensaje sobre a qué lado se encuentran las simpatías del presidente.

7. El sonido del silencio. Simon & Garfunkel en una de sus más hermosas canciones (“The sound of silence”) dicen en una de sus estrofas (traduzco): “Y a la luz desnuda vi/ Diez mil personas, tal vez más/ Personas que hablan sin hablar/ Personas que oyen sin escuchar/ Personas que escriben canciones que las voces nunca compartieron/ Y nadie se atrevió a/ Perturbar el sonido del silencio”.

Qué mejor metáfora de lo que sucedió el 28 de julio, donde en una metrópoli de diez millones, donde en una ciudad silente, no más de 150 ultrarradicales vinculados al Movadef gritaban por el cierre del Congreso y, a su lado, unos 500 opositores coreaban “Castillo renuncia ya”.

Por ahora, nuestra indignación vive entrecasa y no sabemos qué es ser ciudadanos.

Carlos Basombrío Iglesias es analista político y experto en temas de seguridad