Martín Vizcarra
Martín Vizcarra
Fernando Rospigliosi

En los últimos tiempos el presidente ha dado un vuelco radical, pasando de un comportamiento que muchos calificaron como pusilánime a otro que parece mostrar valentía y determinación.

En pocos días ha convocado a una legislatura extraordinaria del Congreso para remover a los miembros del , despedido al ministro de Justicia Salvador Heresi de manera fulminante a los pocos minutos de conocerse una conversación suya con el desacreditado juez César Hinostroza, ha nombrado una comisión presidida por Allan Wagner para proponer una reforma del sistema de justicia y ha respaldado públicamente la movilización popular contra la corrupción.

¿Qué ha motivado esta repentina transformación? ¿Será efímera o revela un verdadero cambio de rumbo de su gobierno? ¿Qué futuro tiene si se mantiene en esa ruta?

Al parecer, su abrupta caída en las encuestas en los últimos meses ha jugado un papel en esa mutación. Vizcarra se habría persuadido de que si seguía en ese camino se hundiría en un pozo sin fondo y se convertiría en poco tiempo en una marioneta de la mayoría congresal, al carecer de respaldo de la ciudadanía.

Con las iniciativas antes señaladas ha frenado el desplome de su aprobación y quizás recupere algunos puntos más adelante. Y ha despertado el entusiasta apoyo de los antikeikistas, que antes sostenían a Pedro Pablo Kuczynski (PPK) y desconfiaban de Vizcarra, pero ahora lo defienden y tratan de inducirlo a una radicalización que no se sabe hasta dónde puede llegar.

Un problema que tiene Vizcarra para pasar de las declaraciones y gestos a las acciones que permitan realmente efectuar cambios y obtener resultados tangibles es la carencia de un equipo político con experiencia, habilidad y liderazgo, cosa que también le faltó a PPK.

El presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, estuvo desaparecido cuando comenzó la crisis y no ha sido de mucha ayuda, además de tener crecientes diferencias con Vizcarra, según fuentes palaciegas, que lo han filtrado a algunos medios de prensa. Villanueva tiene su propia agenda y –según las mismas fuentes– ha usado los resortes de poder a su alcance para aprobar algunas normas y colocar funcionarios en varias dependencias gubernamentales.

El terremoto provocado por las indecentes conversaciones entre las autoridades del sistema judicial ya ha sepultado a algunos de los involucrados, como a César Hinostroza, Walter Ríos, varios miembros del CNM y al presidente del Poder Judicial, Duberlí Rodríguez. Pero eso solo es el comienzo. Los reemplazantes en algunos casos son iguales o peores y, aunque sean defenestrados u obligados a renunciar, el desafío más importante es cambiar el mecanismo de designación para el CNM y limpiar el sistema de justicia de, por lo menos, los magistrados más corruptos y poderosos.

Para eso se requiere de la colaboración del Congreso que está también penetrado por las redes de la corrupción y es parte del sistema de intercambios deshonestos que corroe a todas las instituciones. De hecho, en los audios y reportajes periodísticos se ha involucrado a varios congresistas de la mayoría como Héctor Becerril, Francisco Villavicencio y Daniel Salaverry, por no hablar de la misteriosa señora K.

Eso plantea el reto político más importante para Martín Vizcarra: promover y conducir los cambios presionando al Congreso, que se ha mostrado claramente incómodo y reticente, sin llegar a una ruptura con la mayoría keikista, que está desacreditada ante la opinión pública pero sigue teniendo los votos. Y sin dejarse arrastrar por los cantos de sirena de la minoría izquierdista que plantea salidas extremas e inviables –como una Asamblea Constituyente– que solo llevarían a la parálisis y al desorden.

Esto en medio de una situación enmarañada en la que, además del sincero interés de algunos en denunciar y combatir la corrupción, se mueven intereses y disputas por el poder en los órganos del sistema judicial que complican aun más las soluciones.

Por ejemplo, la difusión de audios que implican al nuevo fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, precisamente poco antes de que asuma el cargo, a lo cual se suman la declaración de Villanueva instándolo a renunciar y el pronunciamiento en el mismo sentido de la asociación civil Transparencia, que preside Allan Wagner, el encargado de la comisión presidencial de reforma judicial, alimentan las teorías conspirativas que ya tenían un considerable auditorio.

En este contexto, el presidente Vizcarra ha conseguido nuevos aliados y probablemente mejore su popularidad, pero si no se maneja con mucha astucia y sagacidad podría desbarrar y llevar a su gobierno a una situación muy crítica.