Editorial: Se cierra el cerco
Editorial: Se cierra el cerco

El sábado en la noche, cuando sonaba fuerte el rumor de que Alejandro Toledo estaba por tomar un vuelo a Tel Aviv en el aeropuerto de San Francisco, el gobierno, por medio del ministro del Interior, profundizó el serio problema de comunicación con el que había venido manejando el tema. Respondiendo la pregunta de una usuaria, el ministro aseguró en Twitter que Toledo sí tenía una orden de captura internacional al mismo tiempo en que expresaba su preocupación por que fugase de EE.UU. a Israel. La pregunta que se le había hecho quedaba así sin respuesta: si era verdad que había algo así como una orden de detención internacional activa, ¿cómo podía ser que las autoridades norteamericanas pudieran optar discrecionalmente por incumplirla?

La respuesta es que no podía ser. Lo que en realidad pasaba era que la alerta enviada a través de la Interpol a la que el gobierno se había venido refiriendo (y sobre la que el Ministerio del Interior había emitido un comunicado ese mismo sábado) era una alerta de que el Perú quería detenerlo, no una orden de detenerlo. Estas alertas sirven para ubicar a los prófugos que huyen de la justicia de su país fuera de él. La Interpol no puede dar ni ejecutar una orden de detención: la tiene que ejecutar la policía local. Y Estados Unidos tiene su propio procedimiento para que pueda valer en su territorio –y ser ejecutada por su propia policía– una orden de detención dada por un juez extranjero. De hecho, el país norteamericano ya había avisado la tarde de ese mismo sábado que no se había cumplido su procedimiento para que la orden de detención contra Toledo dada por el juez peruano pudiera valer en su territorio, porque el Departamento de Estado consideraba que esta no estaba suficientemente fundamentada.

Dada esta situación, ha sido muy oportuno que el presidente Pedro Pablo Kuczynski haya mostrado decisión a la hora de cerrar los caminos de fuga al señor Toledo. En efecto, el presidente realizó gestiones con el Gobierno Israelí que consiguieron que este anunciase para nuestra madrugada del domingo que no recibiría en su territorio al ex mandatario. Con esto se cerró el principal riesgo de fuga de Toledo: el que suponía que, por ser casado con una ciudadana de Israel, y ante la ausencia de un tratado de extradición con ese país, resultase inextraditable al llegar ahí. Ni bien publicada la decisión israelí, Kuczynski ha enviado una carta agradeciendo al primer ministro Netanyahu.

Por otra parte, el presidente Kuczynski habló ayer con el mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, sobre el tema, haciéndole notar la existencia de una ley norteamericana que lo faculta para deportar de su país a los extranjeros cuya presencia ahí pudiera suponer un riesgo para las buenas relaciones con el país de origen de la persona de la que se trate.

El gobierno, finalmente, ha realizado gestiones directas con Bélgica, el otro país del que la esposa del señor Toledo tiene ciudadanía.

Así las cosas, el jefe del Estado ha demostrado tomarse en serio la necesidad de que nuestra justicia alcance a Toledo y preocuparse poco de las bravatas de la señora Karp, quien hace poco dijo conocer un supuesto pasado oscuro del presidente y estar dispuesta a revelarlo.

Parecería pues ser cuestión de tiempo para que el ex presidente Toledo termine sometido a la justicia del país que alguna vez gobernó y el presidente Kuczynski ha hecho lo suyo para que esto sea así. Ambas cosas suponen una muy buena noticia para todos los peruanos.