Martiza García, presidenta de la Comisión de la Mujer y la Familia del Congreso, ha sido criticada por sus declaraciones sobre la violencia contra la mujer. (Congreso de la República)
Martiza García, presidenta de la Comisión de la Mujer y la Familia del Congreso, ha sido criticada por sus declaraciones sobre la violencia contra la mujer. (Congreso de la República)
Editorial El Comercio

Recientemente han causado polémica y estupor las expresiones de la congresista de con relación a las supuestas causas de los actos de de los que son víctimas las mujeres. Citando lo presuntamente alegado por un psicólogo en un foro al que acudió, la parlamentaria afirmó: “La mujer a veces, sin razón, o sin querer queriendo, da la oportunidad al varón para que se cometan ese tipo de actos [de violencia]”. Y añadió: “Muchas veces puede haber un agresor que es absolutamente sano [...] y de repente, en un momento, la mujer lo saca de contexto diciéndole ‘me voy’ o ‘te estoy traicionando’; esas palabras nunca deben ser usadas por una mujer, porque podrían sin querer queriendo motivar o exacerbar los ánimos de una persona normal”.

Si de por sí resultaría alarmante que cualquier congresista pretenda sugerir que existen ocasiones en las que una agresión contra una mujer se produce porque esta dio “la oportunidad” para que ocurra, y que incluso es a veces la víctima de un ataque la que puede “sacar de contexto” a un “agresor sano” por utilizar frases supuestamente indebidas o, peor aun, que “nunca deben ser usadas por una mujer”, el que todo esto haya sido aseverado por quien se desempeña además como presidenta de la Comisión de la Mujer y Familia del Congreso convierte a lo ocurrido en un episodio mucho más grave y lamentable.

García se ha defendido alegando que “lo que se dijo en aquella sesión fue que como medida de prevención la ciencia médica y el psicólogo que estaba exponiendo en el foro recomendó que no debían las mujeres decirle a los varones [...] frases como ‘te estoy traicionando’ o ‘me voy de la casa porque tengo otro’”, y que ella en ningún momento pretendió sugerir que utilizar esas frases pueda justificar luego algún acto de violencia. En ese sentido, hizo hincapié en que ella no está a favor de la violencia contra la mujer.

El problema con su descargo, no obstante, es que no responde a las razones por las que sus declaraciones causaron indignación. Es evidente que no existe frase que pueda justificar una agresión como la que, por ejemplo, sufrió la joven Micaela de Osma el último fin de semana por parte de Martín Camino Forsyth. Y sería un disparate que una congresista –o cualquier ser humano, a decir verdad– esté a favor de la violencia contra la mujer. Lo realmente preocupante de las expresiones de la parlamentaria fujimorista, y sobre las que ha insistido en posteriores entrevistas, es aquella idea de que la víctima de un acto de violencia pueda contribuir con sus palabras a sufrir una agresión –más aun, las frases de ejemplo usadas por la señora García ni siquiera podrían considerarse como ofensas, sino apenas como confesiones sentimentales–, con lo cual relativiza la culpa que corresponde enteramente al agresor y se atribuye a la víctima una responsabilidad por no prevenir la violencia en su contra.

La insensatez de este razonamiento es tan evidente que las críticas hacia García han llegado no solo desde distintos sectores de la opinión pública y otras bancadas parlamentarias, sino también desde el interior y el entorno del partido que la llevó al Congreso. “Nadie puede apañar eso […] es una barbaridad”, afirmó, por ejemplo, la ex congresista fujimorista Luisa María Cuculiza, quien además exhortó a la bancada de Fuerza Popular a que deslinde de lo dicho por García. Y posteriormente, la vocera alterna de dicho grupo parlamentario, Milagros Salazar, señaló que desde su bancada “definitivamente rechazamos esa aseveración”, y agregó, con razón, que “ahora que estamos en una lucha frontal contra la violencia hacia la mujer, este comentario es totalmente desatinado”, por lo que espera que García asuma su responsabilidad y ponga su cargo a disposición.

No existe algo así como una “culpa femenina” en un caso de violencia, pero sí existe una vergonzosa responsabilidad en aquellas autoridades que, con sus gestos y declaraciones, culpan a las víctimas.