Editorial: Estos son mis principios, pero tengo otros
Editorial: Estos son mis principios, pero tengo otros
Redacción EC

Luego de que el presidente Humala promulgara la ley laboral juvenil, se desencadenó un encendido debate que ha puesto en riesgo una iniciativa que ayudaría a solucionar la precaria situación laboral de muchos jóvenes. ¿Por qué una ley positiva, que se discutió exhaustivamente y que se aprobó por amplia mayoría en el Pleno repentinamente perdió apoyo? Desgranemos las razones.  

Es evidente que ya mirando a la próxima campaña electoral, muchos políticos consideran oportuno poner en su mira los 3 millones de votos que representan los jóvenes que están en el rango de aplicación de la norma. Y prefieren el camino fácil de treparse al coche del populismo de quienes sostienen que se trata de una norma que los priva de derechos, cuando lo cierto es que hoy los jóvenes que trabajan en la informalidad no gozan de beneficio laboral alguno y la nueva ley les facilitaría el tránsito hacia la formalidad.

Pedro Pablo Kuczynski, quien inicialmente apoyó la ley, por ejemplo, ahora ha pedido que sea anulada. La razón de su oposición, según su propio tuit, son las reacciones negativas de la población contra la norma. En pocas palabras, lo que importaría para él no es defender los principios en los que cree ni aquello que es mejor para la mayoría, sino lo que lo vuelve más popular. Además, es hasta cómica la justificación que dio para explicar su apoyo inicial a la norma: cuando le consultaron por la misma, él se encontraba en  “Nueva York, en medio de la nieve y no se podían oír muy bien las preguntas”. 

Por otro lado el ex presidente también manifestó su rechazo a la ley. Algo que sorprende a cualquier persona que esperase que sus palabras fuesen consecuentes con los actos de su gobierno.  Recordemos, por ejemplo, que durante el mismo se promulgó la ley de Contrato Administrativo de Servicios que claramente flexibilizó los derechos laborales para los empleados estatales. En el 2007, además, el entonces presidente García sostuvo, cuando propuso reducir los beneficios legales para fomentar la formalidad, que “hay gente malvada que dice: Si no les das a todos lo que a mí me dan, que no les den nada”. Por lo demás, no podemos dejar de resaltar que el líder del APRA embiste hoy contra una ley por la que su bancada votó hace unos días.

De igual manera, el ex presidente Alejandro Toledo –quien no ha descartado su postulación en el 2016– aprovechó la situación y rechazó “la política del joven barato”. ¿Será que acaso se habrá olvidado de que durante su gobierno se promulgó la ‘ley mypes’ que también redujo los beneficios que tienen los trabajadores que laboran en estas empresas?

Finalmente, la bancada de –que apoyó inicialmente la ley– anunció el lunes de esta semana, luego de una reunión con Keiko Fujimori, que había decidido presentar un proyecto para suspender la vigencia de la norma, haciendo así gala de su gran talento para girar como veleta.  

Por otro lado, mientras la oposición mueve sus fichas estratégicamente, Palacio muestra su falta de habilidad en el ajedrez político. Increíblemente, hasta ayer en la tarde los partidarios de Gana Perú mantuvieron un preocupante y sepulcral silencio sobre el tema. A excepción de la presidenta del partido, , y del congresista Daniel Abugattás, los miembros de la bancada nacionalista –quienes votaron a favor de la ley– se demoraron 5 días en salir a defender la norma, permitiendo que sus opositores se ganen a buena parte de la opinión pública. 

Finalmente, no podemos dejar de resaltar que es igual de preocupante el hecho de que los gremios empresariales no hayan manifestado su apoyo inmediato a una ley que claramente beneficia a los jóvenes y al país. ¿O es que como esta norma no beneficiará principalmente a las grandes empresas ellos prefieren mirar hacia otro lado?  

La ley del empleo juvenil, como todo, es perfectible. De hecho, en este Diario consideramos que más que crear un régimen especial adicional, el Estado debería buscar reducir de manera general los sobrecostos laborales para que cualquier trabajador pueda ingresar más fácilmente al mundo formal. Sin embargo, la mencionada ley es un buen primer paso porque ayudará a la formalización de miles de jóvenes que, una vez que se incorporen al nuevo régimen, gozarán de beneficios como  una remuneración mínima, jornadas de ocho horas, vacaciones y seguro de Essalud, los cuales son inexistente en el mundo informal.

Desgraciadamente, ni siquiera la mayoría de los políticos que se dan cuenta de esto parece estar dispuesta a defenderlo si es que siente que afecta en lo más mínimo su popularidad. Parece, en fin, que su ética se guía por la misma máxima que el comediante Groucho Marx decía que guiaba la suya: “estos son mis principios. Y si no les gustan, bueno, tengo otros”.