Editorial: Vuelta por recuperar
Editorial: Vuelta por recuperar

Si parte del éxito de los procesos electorales se mide en la dimensión en que estos sirvieron para poner sobre el tapete los asuntos más apremiantes del país, esa porción de la presente elección ha sido un fracaso. Las ocasiones en las que el debate con contenido se sobrepuso a las descalificaciones políticas y ataques vacíos fue para caer, muchas veces, en proclamas populistas desconectadas de la realidad urgente. Ahí están, por ejemplo, la polémica en torno a la renegociación de los contratos de exportación de gas, la subasta por incrementar el salario mínimo y las promesas para otorgar créditos subsidiados por el Estado para diversas actividades productivas.

La reforma del mercado laboral –uno de los más rígidos del mundo en términos de contratación y despido–, por ejemplo, es uno de los temas urgentes que quedó casi sin discusión durante los últimos meses. De hecho, cuando un miembro del equipo de Todos por el Perú, el partido del ex candidato presidencial Julio Guzmán, planteó la necesaria flexibilización de algunas condiciones laborales, inmediatamente sus contendores políticos aprovecharon la oportunidad para denunciar la “precarización” del empleo que seguiría y el señor Guzmán –ante la presión– desmintió prontamente que ello fuera parte de su plan de gobierno. 

Otro asunto urgente que quedó al margen de la discusión fue la reforma del sistema de pensiones. Las limitaciones de la ONP y del sistema privado de pensiones en términos de eficiencia y cobertura son patentes. La reciente aprobación por insistencia del retiro del 95,5% de los fondos de las AFP por la Comisión de Economía del Congreso pudo poner el asunto en agenda, pero la discusión electoral prefirió otros temas.

Hay, además, otras materias que si bien han sido tratadas durante las últimas semanas, la falta de profundidad con que se hizo imposibilitó una discusión seria. Las promesas inconexas en infraestructura, desde el tren de la costa hasta el enigmático y costoso “shock de infraestructura”, hicieron aun más patente la necesidad urgente de contar con un plan nacional de infraestructura de largo plazo, documento del que disponen todos los países de la Alianza del Pacífico menos el Perú.

El abordaje de los programas sociales ha tenido la misma suerte. Casi sin excepción, los candidatos dijeron que continuarían con ellos y profundizarían su rango de acción y los beneficios recibidos. De los niveles de filtración que muchos de ellos sufren y de cómo solucionar las deficiencias en sus servicios no se habló. 

La historia es similar en el caso de la lucha contra la corrupción y, sobre todo, en la reforma del sistema político de representación ciudadana. Los diversos traspiés del actual proceso electoral no hicieron sino poner énfasis en la urgencia de repensar las condiciones en que los partidos políticos compiten por las preferencias de los electores. De nuevo, de esto no se escuchó.

Es justo reconocer, sin embargo, que la responsabilidad de la ausencia de contenido relevante durante el debate electoral no es exclusiva de los candidatos y sus equipos de campaña. En la medida en que los electores no empecemos a demandar una discusión seria de los problemas principales que aquejan el país será poco el cambio que podremos esperar en la segunda vuelta.