La comparsa demagógica, por Carlos Adrianzen
La comparsa demagógica, por Carlos Adrianzen
Carlos Adrianzén

Lo más llamativo de las iniciativas congresales de las últimas semanas son la demagogia y la desinformación que las envuelven. Si bien ya rige la ley que permite a cada afiliado del sistema privado de pensiones retirar hasta el 95,5% de sus ahorros al momento de jubilarse (algo justificable dada la trayectoria de accidentes estatales de los fondos previsionales en el Perú), para los afiliados al sistema estatal, tal como vienen dándose las cosas, la mayoría que no califica para recibir una pensión perderá lo aportado. 

Quizá los que no aportaron lo suficiente (y que de haberse quedado en el sistema privado hubiesen recibido una pensión minúscula) podrán –con suerte– calificar para recibir una pensión inflada. Eso sí, el valor de estas pensiones –pagadas a costa de reducir el presupuesto público en salud y educación– dependerá de la generosidad y capacidad financiera del fisco.

En estos días la comparsa congresal va por más. Según su última iniciativa, los afiliados podremos usar hasta el 25% de nuestro fondo de AFP para pagar deudas. En buen español, podremos reducir nuestra tasa ex post de ahorro previsional. De tener éxito, podremos defendernos parcialmente de la voracidad estatal. 

Hoy, gracias a las regulaciones vigentes, unos S/23.384 millones de los ahorros previsionales privados financian gastos corrientes del gobierno. Solo en los últimos dos años, casi se ha duplicado esta toma de ahorros. Sobre este tema, la comparsa congresal, sin embargo, se queda callada. 

De promulgarse la aludida propuesta, resulta previsible que al final de la vida laboral del trabajador su jubilación sea más delgadita. Es sugestivo que estos autotitulados defensores de los afiliados se refieran insistentemente a lo exiguo de las jubilaciones. A veces me pregunto si habrán reflexionado sobre lo que están proponiendo. 

Estimados lectores, vivimos en medio de un agudo problema previsional. El grueso de nuestra gente no tiene capacidad de ahorro previsional y la minoría que sí ya no tiene para pagar más impuestos ni financiar una jubilación no simbólica al resto. 

El drama previsional peruano no tiene salida fácil, ni mágica, ni inmediata. No se resuelve ni con regulación ni con pilares idílicos. En cambio, configura un ambiente ideal para el florecimiento de demagogos. 

Cualquiera que plantee alguna barbaridad bienintencionada va a tener público. Ellos, como los miembros del directorio del Banco Central de Reserva en los días de la hiperinflación, no van a ser responsabilizados por nada.

Salidas existen. Además de desmontar ordenadamente la ONP y subsidiar no simbólicamente a los ancianos sin ahorros previsionales, se deben ensanchar los canales privados de ahorro previsional –diversificarlos globalmente– y sus opciones de jubilación. También permitir una mucha mayor inversión privada en educación y desbloquear agresivamente inversiones privadas. Aquí no hay brujería. Se cosecha lo que se siembra.