A cinco días del famoso reportaje propalado por el programa “Cuarto poder”, ya nos quedó clarísimo que a la candidata Keiko Fujimori no la investiga la DEA por el presunto delito de lavado de activos. Sin embargo, ¿ya terminaron los problemas para la candidata de Fuerza Popular? En realidad, no. Veamos por qué.
Cuando en setiembre del año 2014, la entonces procuradora de lavado de activos, Julia Príncipe Trujillo, denunció ante el Ministerio Público a Joaquín Ramírez Gamarra, por el presunto delito de lavado de activos, la hoy candidata Keiko Fujimori señaló que se trataba de una maniobra política y que ella confiaba en la honestidad del congresista y secretario general de Fuerza Popular. Cuando en diciembre de ese mismo año el fiscal Marco Antonio Cárdenas resolvió iniciar la investigación solicitada por Príncipe, Keiko Fujimori siguió amparándose en el principio de presunción de inocencia de Ramírez y lo mantuvo cerca de su entorno.
Cuando en octubre del 2015, la fiscal Rosana Villar Ramírez le pidió a la Sala Penal Nacional que le levantaran la inmunidad al congresista investigado, y la sala se lo negó por un formulismo legal, Keiko Fujimori no le exigió a su cercano colaborador que renunciara motu proprio a este privilegio, y lo mantuvo a su lado. Cuando en diciembre del 2015, en CADE, le preguntamos a Keiko por qué insistía en rodearse de personajes cuestionados como Ramírez, si tenía el gran reto de demostrar que en un eventual gobierno suyo lucharía en serio contra la corrupción, Keiko prefirió defenderlo una vez más y lo mantuvo a su lado.
A lo largo de todo este tiempo, Keiko Fujimori ha tenido varias oportunidades de separar a Joaquín Ramírez de su entorno, como lo hizo con personas mucho más leales a ella y que no tienen cuestionamientos de corrupción como Martha Chávez o Luisa María Cuculiza. Pero ha preferido pasar estas imputaciones por alto y ha aceptado que financie su campaña un personaje cuya fortuna podría tener su origen en el narcotráfico.
¿Es posible que Joaquín Ramírez sea inocente? Por supuesto que sí, sus millones de dólares y sus numerosas propiedades pueden ser fruto de un dinero bien ganado. Sin embargo, mientras la justicia no termine de hacer su trabajo, Keiko tendría que haber mostrado prudencia. Tendría que haber rechazado cualquier sol donado o regalado por Ramírez bajo la mínima sospecha de que ese dinero provenga del crimen; porque si se da el caso que Ramírez mañana resulta culpable y Keiko ya es presidenta, pues habrá llegado al poder con plata de los narcos. Y un estadista, un verdadero líder no se permite siquiera esa posibilidad. Un aprendiz de gobernante, tal vez sí.