¡Secuestrado!, por Mario Ghibellini
¡Secuestrado!, por Mario Ghibellini
Mario Ghibellini

De primera impresión y con el recuerdo de las frases floridas que les dedicó a Verónika Mendoza y a Keiko Fujimori durante la campaña, uno diría que el presidente Kuczynski es más de raptos que de secuestros. Pero el congresista Gilbert Violeta dice que ha sido secuestrado, y él debe saber, pues es la máxima autoridad de Peruanos Por el Kambio y visita con tanta frecuencia las inmediaciones de la huaca Huallamarca que más de un periodista distraído lo debe de haber tomado ya por el arqueólogo residente.

LUZ VIOLETA

Hace unos días, en efecto, en medio de una refriega de recriminaciones al interior de la bancada ppkausa, Violeta se comunicó con sus pares a través de un sistema de mensajería para celulares denominado ‘Telegram’ y les confesó: “Yo me siento un tonto útil que solo ha servido para poner a un presidente que ha sido secuestrado por un grupo de poder”. La infidencia de alguno de los receptores del mensaje permitió entonces que la afirmación fuese pronto de dominio público y, previsiblemente, se armó la pampa.

Porque, sin meterse a cuestionar las caracterizaciones que él pudiera hacer de sí mismo, era lógico que el país le exigiera a Violeta aclarar qué había de cierto en eso de que el jefe de Estado había sido capturado. Y, sobre todo, revelar cuál era el grupo de poder que lo tenía sometido. ¿Acaso los exportadores que acaban de conseguir elincremento de ese subsidio mercantilista que apodan ‘drawback’? ¿Quizás alguna nueva banda semejante a esas que circulan por la ciudad cometiendo sus delitos al paso (‘Los Gorgojos del Cercado’, ‘Las Respondonas del Día Siguiente’, etc.)?

Quién sabe. Pero para ser sinceros, lo que inquietaba –e inquieta todavía– no era tanto la idea de un PPK repentinamente atado y amordazado (después de todo, así se evitaría que baile cuando no corresponde y diga que los cutreros han renunciado a su puesto en el Estado porque tienen mucho trabajo), sino el ignorar la identidad de ese alguien que, según la tesis de Violeta, estaría manejando realmente los hilos del Gobierno.

Increíblemente, sin embargo, después de un cierto clamor inicial para obtener una respuesta de su parte, el asunto fue silenciado. Sus compañeros de bancada prefirieron de pronto concentrarse en una materia distinta (el anuncio de que no lo investigarían por el presunto cobro de cupos para integrar las listas congresales del partido).Y el propio Violeta ya solo apareció para proclamar que había recibido el respaldo del presidente con respecto a ese mismo tema.

Sobre su advertencia de unos días atrás, simplemente no quiso entrar en más detalles y transformó su discurso en un oráculo. “No podemos negar que, no solo en este gobierno, sino en todos los gobiernos, hay grupos de poder que intentan presionar”, recitó por toda explicación. Y nadie tuvo el buen tino de recordarle que originalmente no había hablado de un intento de secuestro, sino de un secuestro consumado.

Así las cosas, lamentablemente los ciudadanos nos hemos quedado en ascuas con respecto a este brumoso asunto y, sobre todo, con la duda de si no habremos cambiado la luz verde de antaño sencillamente por otra de un color distinto. Azul, marroncita o quizá violeta.

Esta columna fue publicada el 22 de octubre del 2016 en la revista Somos.