El IGP cuenta con un moderno centro de monitoreo sísmico, donde recibe la información que recogen las 40 estaciones sísmicas distribuidas en el territorio nacional. (Foto: Rolly Reyna)
Fernando Alayo Orbegozo

Lizbeth Bejarano debe permanecer sentada cada vez que ocurre un sismo. Tampoco debe salir del recinto donde pasa cerca de ocho horas diarias ni dejar de mirar su pantalla. El país, que en lo que va del año ha temblado considerablemente unas 243 veces (en el 2016, tembló 396), la necesita. A ella y a los otros ingenieros que tienen la responsabilidad de decirle al Perú cómo, cuándo y por qué ha temblado.

“Entre el mediodía y las ocho de la noche, de lunes a viernes, me toca monitorear la actividad sísmica del territorio. Si tengo que ir al baño, aviso a un compañero para que me reemplace durante los minutos que no esté. Es un trabajo interesante”, dice la ingeniera.

—Monitoreo sísmico—
Desde el año pasado, el Instituto Geofísico del Perú (IGP) cuenta con un nuevo centro de monitoreo sísmico en su sede de Camacho, en el distrito limeño de La Molina. En ese recinto, la entidad recibe la data registrada por las 40 estaciones sísmicas distribuidas en el país.

La información llega al centro del IGP vía satélite o por Internet, y allí se visualiza a través de las pantallas. Hernando Tavera, presidente de la entidad, explica que la data contiene el registro de las ondas sísmicas, las cuales son evaluadas por los ingenieros de turno para calcular su magnitud y locación.

“Los especialistas trabajan aquí las 24 horas y los 365 días del año. Ellos deben observar la amplitud de las ondas para establecer la magnitud del movimiento sísmico. Mientras más amplio el registro, más intenso ha sido el sismo”, indica.

Con respecto al cálculo del epicentro, Tavera precisa que el ingeniero de turno debe hacerlo a partir de la información registrada por dos o más estaciones. Con esa data, hará una operación matemática para estimar la ubicación del foco sísmico en la superficie.

—Proceso de difusión—
Durante la mañana de ayer, el IGP reportó hasta cuatro sismos en diferentes localidades de Arequipa, Loreto y Piura. Sin embargo, estos movimientos debieron cumplir una condición para ser difundidos: tener una magnitud local de tres grados a más, sean perceptibles o no.

Lizbeth señala que, además de publicar el reporte en las redes sociales del IGP, debe notificar al Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) para que tome las acciones pertinentes en caso de daños materiales o víctimas. Si el movimiento tiene una magnitud mayor a siete grados y su epicentro en el mar, también debe enviar la data a la Dirección de Hidrografía y Navegación (DHN) de la Marina, ya que se podría generar un tsunami.

“Tenemos que difundir los parámetros del sismo [epicentro y ubicación] en tres minutos. Nuestro plazo máximo es de diez minutos. Lo cierto es que ningún día es tranquilo. Pueden pasar horas sin movimientos, pero de repente surge uno de consideración”, apunta Lizbeth.

Tavera recalca que el país tiene dos zonas con un silencio sísmico de varias décadas: en Lima, y entre Moquegua y Tacna. Por ello, dice, la información después del sismo es valiosa, pero la prevención lo es mucho más. Sobre todo con lo impredecible.

Contenido sugerido

Contenido GEC