"A mi juicio, los viajes no le están funcionando porque carecen de objetivos estructurados".
"A mi juicio, los viajes no le están funcionando porque carecen de objetivos estructurados".
Jaime de Althaus

Seguramente el presidente Martín Vizcarra no entiende por qué pese a lo duro que trabaja y a los viajes que hace a provincias, su aprobación sigue cayendo y en mayor medida aun en el sur. Debe ser frustrante. A mi juicio, los viajes no le están funcionando porque carecen de objetivos estructurados. Lo que él debería hacer en sus incursiones al interior no es inaugurar obras o visitar servicios públicos sin propósito específico, sino liderar grandes cruzadas nacionales que involucren a la población y busquen resultados concretos.

La primera podría ser una cruzada contra la corrupción. Parece que ya comenzó en esa línea cuando hace unos días en Ayacucho respaldó públicamente la denuncia de un alcalde contra un ex funcionario del MEF que le pedía un soborno para que le programen una obra. Todas las semanas debería repetir algo similar, hasta generar una gran corriente de denuncias que vaya extirpando tumores de corrupción.

Para ello tendría que invitar no solo a las autoridades, sino sobre todo a las empresas y ciudadanos a denunciar pedidos de coima por parte de funcionarios para otorgar obras, compras o licencias, o por parte de jueces y fiscales. También podría poner equipos de inteligencia a descubrir arreglos en obras y compras de gobiernos regionales y locales. O podría impulsar una campaña para destapar región por región casos de certificados de estudios y de trabajo falsos, que son una verdadera industria, o de falsificación de facturas de consumo. O una para denunciar UGEL por UGEL la corrupción en el uso de recursos propios recaudados en los colegios o cobros a los docentes. O una campaña para descubrir a médicos de los hospitales que se escapan a sus consultorios privados, o para limpiar las mafias de brevetes, o para acabar con la corruptela de los choferes de micro con cientos de papeletas que coimean a los policías.

En fin, es cuestión de diseñar un plan de ataque secuencial a distintas modalidades de corrupción hasta ir minimizándolas una por una. Claro, una campaña de medios ayudaría mucho para crear el clima y mostrar los resultados. Pero eso, ya sabemos, está prohibido. La flamante Secretaría de Integridad Pública (línea 0800 17090) podría recibir denuncias y canalizarlas.

El presidente podría liderar también en sus viajes una cruzada contra la inseguridad ciudadana, verificando que los alcaldes convoquen a los comités de seguridad ciudadana y que los jefes policiales y comisarios participen y se vinculen a la comunidad, que se aplique vecindario y barrio seguro, etc., llamando la atención a quienes no lo estén haciendo.

Y algo fundamental sería también una cruzada contra la anemia, nuevamente jalándole las orejas a los funcionarios que no estén cumpliendo el papel que les corresponde. Y como parte de esta cruzada, llevar las tecnologías de Sierra Productiva a las comunidades altoandinas, una por una, liderando él mismo el desarrollo productivo de los más pobres.

Hay muchos otros temas. Que de esos se encarguen el premier y los ministros.

MÁS EN POLÍTICA...