Una elección sin ideas

Hay muchos incentivos para que una elección lleve a un diálogo de sordos. Los candidatos tienen que mostrar seguridad. Cuestionar las ideas del contrario para hacer pensar que nuestras ideas y propuestas son mejores sin necesariamente desarrollarlas. O evaluar sus debilidades, claro. Eso es lo que prima en las campañas. Crítica al contendor, simplificar sus posiciones y evitar cuestionar nuestras certezas. Ahora recuerde elecciones pasadas, mire el estado actual de nuestra política, y piense lo que puede pasar en nueve meses. Sí, faltan nueve meses.

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Crecer en el Perú a muchos nos inoculó de la seguridad de líderes e ideólogos, sean socialistas, liberales o conservadores, incapaces de reconocer cuando la realidad cuestiona sus dogmas. Además, sabemos que hay tramposos que se aprovechan de las grandes narrativas para avanzar y defender intereses concretos. Una elección debe ser el espacio para mostrar esas debilidades y problemas, exigir respuestas más estructuradas que lleven a mejores planes. Y más transparencia en los equipos y sus financistas.

Idealmente. Sabemos bien que en ningún lugar es así de bonito. Pero aquí estamos lejísimos, en un pésimo escenario para discutir propuestas de Gobierno. Y parte de ello pasa por nuestros medios de comunicación. No hay espacios nacionales en la televisión abierta donde se puedan tener conversaciones largas sobre estos temas. Hay un problema serio de calidad y de pluralidad en lo que hoy son programas políticos. El mundo del cable es un poco mejor, pero allí también la política es reducida.

Si todo sigue igual, se nos ofrecerán noticieros con entrevistas cortas y escándalos. Mesas con cuatro o cinco candidatos al Congreso que se lanzan dardos sobre hechos, no sobre proyectos. Y candidatos presidenciales que rehuirán las preguntas agudas, de fondo, y se la llevarán fácil. Eso sí, seguro veremos quién cocina el mejor lomo saltado.

Sin una demanda a los candidatos más estructurada e informada, la elección será peor de lo habitual. Y en tiempos en los que se necesita mucha propuesta sobre cómo desarrollar mejores servicios públicos, se requiere regular efectivamente a quienes aprovechan espacios opacos para beneficiarse y atraer recursos a un país quebrado. En resumen, hay que exigir que se responda a demandas y necesidades enormes sin escaparse por el verso sin contenido o la crítica sin propuesta.

Aunque difícil, estamos a tiempo de mejorar esta situación. Exijamos. ¿TV Perú no tiene un plan electoral plural, inteligente y ambicioso? Debería ya anunciarlo. ¿Los canales que dicen prestar un servicio público sacarán cuerpo aduciendo la libertad de expresión, como si los valores fundamentales de dicha libertad se construyeran con asaltos, juegos y telenovelas? ¿Qué ofrecen distinto este bicentenario? ¿Se atreverán a hacerlo? Háganse una, que entramos al bicentenario.

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