Una accidentada sesión se llevó a cabo hoy en el pleno del Congreso. Segundo Tapia cuestionó así a Daniel Salaverry por apagarle el micrófono a Rosa Bartra. (Foto: Anthony Niño De Guzmán / GEC)
Una accidentada sesión se llevó a cabo hoy en el pleno del Congreso. Segundo Tapia cuestionó así a Daniel Salaverry por apagarle el micrófono a Rosa Bartra. (Foto: Anthony Niño De Guzmán / GEC)
Erick Sablich Carpio

La semana pasada estuvo dominada por el arresto en Estados Unidos del expresidente Alejandro Toledo, quien tendrá que afrontar su proceso de extradición desde una prisión, y las protestas lideradas por las inefables autoridades de Arequipa contra el proyecto minero Tía María, pobremente manejadas desde el Ejecutivo.

Dos hechos relevantes y con alta carga política que, sin embargo, están siendo rápidamente desplazados por la imperturbable capacidad de nuestros padres y madres de la patria para crear zozobra. Y si el tono y formas expuestos ayer en el pleno del Congreso son indicadores de algo, lamentablemente zozobra no parece ser un término del todo exagerado.

Son varios los frentes de inestabilidad que se abren en el corto plazo. En primer lugar, está el enfrentamiento por el proyecto de reforma de la inmunidad parlamentaria que fue materia de confianza por parte del Legislativo. Y es que si bien parece haber un entendimiento sobre las demás reformas políticas planteadas por el Ejecutivo, en este caso una mayoría de agrupaciones (pues no se trata únicamente de Fuerza Popular) no solo pretende obviar los aspectos esenciales de la propuesta del gobierno, sino hacer la figura aun más impenetrable (elevándola a rango constitucional y exigiendo una sentencia firme para el arresto de los parlamentarios).

Siguiendo con las confrontaciones con el Ejecutivo está también la obvia maniobra para comprometer al primer ministro Del Solar a través de las declaraciones de la exppkausa y presidenta de la Comisión de Ética, Janet Sánchez, que decidió el domingo (tras renunciar a lo que no queda más que denominar bancada de gobierno) alegar presiones por parte del primer ministro para que se postergase una votación en dicha comisión contra el presidente del Congreso, Daniel Salaverry.

Una maniobra, decíamos, que apunta al primer ministro, a quien congresistas fujimoristas ya pidieron renunciar al cargo y cuya presencia era exigida ayer en el pleno en lo que constituyó un espectáculo más bien bochornoso, pero también a Salaverry, sobre quien se planteó una moción de censura suscrita por integrantes de Fuerza Popular, sus aliados del Apra y Acción Republicana, y algunos no agrupados exoficialistas que vienen mostrándose cada vez más cercanos al fujimorismo como el congresista Gilbert Violeta. Una confluencia que anticiparía la correlación de fuerzas de las próximas elecciones de la Mesa Directiva, escenario sobre el cual se desarrollan y deben interpretarse estas escaramuzas (y que explican también por qué Salaverry puso ayer en debate el retorno de Kenji Fujimori y dos ‘avengers’).

Si sumamos a lo anterior la caída en la popularidad del presidente Vizcarra y el potencial rechazo por parte del pleno del Congreso a las acusaciones que pesan sobre el ex fiscal de la Nación Pedro Chávarry, tendríamos prácticamente el mismo escenario político de fines de mayo, (archivo de proyecto de inmunidad, blindaje a Chávarry en comisión) cuando se presentó la segunda moción de confianza, aunque agravado por los cuestionamientos a Del Solar y la carrera por el control del Legislativo. Un escenario, decíamos, de potencial zozobra que ojalá no llegue a consumarse.