Rendimiento en situaciones extremas y las 6 ventajas del motor a combustión frente al eléctrico

Los autos eléctricos son la tecnología de vanguardia. Son los vehículos llamados y considerados el futuro de la movilidad. Sin embargo, aún son superados en ciertos aspectos por sus pares con motor a combustión.

El factor más relevante es en el rendimiento en situaciones extremas. Los autos eléctricos pierden las capacidades y ven mermada su batería ante un calor elevado o a temperaturas muy bajas. Los motores térmicos tienen un rendimiento homogéneo en circunstancias de todo tipo, explica el sitio Autobild.

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Aunque, cabe precisar que, los motores atmosféricos se ven afectados en caminos a gran altura por la menor presencia de oxígeno. Esto hace que las detonaciones controladas dentro del motor para revolucionar son de menor potencia.

En cuanto el peso, la ventaja también es del motor a combustión. La parte mecánica de los eléctricos es considerablemente más pesada por las dimensiones de su batería. Al ser así demandar un mayor consumo de energía, mientras que ser ligero añade una mejor dinámica.

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Sobre la energía, los motores a combustión –ya sea por gasolina, gasóleo o gas-, pueden repostar en unos pocos minutos. Mientras que cargar un auto eléctrico para distancias similares puede tardar mucho más tiempo, incluso horas según la velocidad de carga.

Y aunque no es una función propia del motor, la autonomía es un factor a considerar como ventaja para los autos a combustión. El rango de acción de motor a gasolina es mucho mayor que la oferta de los de cero emisiones. Por más que sigan mejorando en este aspecto, los eléctricos aún están muy lejos de igualar a los autos tradicionales.

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Por otro lado, el precio es una parte fundamental en el proceso de compra. Al tener dos vehículos, uno eléctrico y otro a combustión, con el mismo rendimiento y características, el primero es mucho más costoso que el segundo.

Finalmente, la parte emocional y la nostalgia hacen que se pueda preferir los autos a combustión. Los eléctricos aún no pueden transmitir las emociones que sí lo hacen los vehículos con gasolina: desde el sonido de las revoluciones hasta la experiencia de conducción en sí.