Después de meses en casa, moviéndome por las mismas calles y las mismas cinco paradas (y las mismas series de Netflix) puedo dar fe de que es posible encontrar remedios inesperados -inspiración, sanación, lo que sea que uno busque- en actos tan sencillos que resulta doloroso constatar lo mucho que los dábamos por sentado antes. Antes, cuando creíamos que durarían para siempre.
Contenido Sugerido
Contenido GEC