La luna llena es el momento propicio para que los cuarzos y piedras –blancos, rosas, citrino, amatista, cornalina; los que tengamos– se dejen remojando en agua con sal toda la noche. Así se limpian. Se pueden escribir nuestras intenciones en un papel o colocar una botella con agua en el balcón, patio o ventana para que se recargue de energías positivas (la debemos tomar al día siguiente, al despertar). También es bueno -no me pregunten por qué- cortarse el pelo. De esta manera crecerá más fuerte y sano.
Cada luna llena del calendario posee, además, características distintas: la que tiene lugar este miércoles 2 de setiembre, por ejemplo, corresponde a Piscis, lo cual nos pone especialmente sensibles y más en contacto con nuestras emociones. Asimismo, acarrea revelaciones y cierres de ciclos. ¿Por qué a alguien le interesaría saber todo esto, podría estar preguntándose mientras lee estas líneas? En tiempos de incertidumbre y poca estabilidad, la astrología puede servir como una especie de hoja de ruta. Ciencia o creencia popular: la interpretación está abierta a cada uno.
Nuestro mundo está lleno de rituales (conscientes o inconscientes), supersticiones varias y pequeñas –o grandes– dosis de misticismo. En el Perú, por nuestra propia herencia ancestral, estas manifestaciones son incluso más tangibles, cotidianas: desde el llavero con huayruros hasta pasarle el huevo a los niños para quitarles el susto (confortable acto que no es excluyente a los adultos). La luna llena vendría ser lo más mágico y a la vez lo más real de todo este espectro: para conocer sus fases no hay que invocar a un chamán; basta con buscarlo en la web del Senamhi. Por los cuarzos descuide: ahora se pueden pedir por delivery.
Como ocurre con las dietas milagro, Papa Noel, comer las uvas a las doce, o cruzar los dedos cada vez que decimos algo que no queremos que se cumpla: hacemos todo esto como un acto de fe. Fe en que aquello que venga sea mejor. Lo pueden decir el horóscopo occidental, los animales del horóscopo chino, las runas, el tarot, la hoja de coca, la numerología o los planetas. Nuevamente, esto está abierto a lo que cada uno elija.
Lo primero que hay que tener claro sobre la astrología es que es el estudio de la posición y el movimiento de los astros. Si de algo le suena Mercurio retrógrado y sus consecuencias en el mal humor de medio planeta, estamos en el mismo terreno. Lo segundo es que a través de la interpretación de estos movimientos los astrólogos arman guías para determinar ciertos sucesos, como es el caso del futuro de las personas en función a este ‘mapa’ astral. No en vano incontables publicaciones en el mundo tienen un horóscopo diario -incluida esta casa- y hay quienes han hecho una carrera bastante rentable comunicando sus predicciones.
Mejor ejemplo para identificar al astrólogo superestrella que el fulgurante y cautivador Walter Mercado no existe a la fecha. Hasta Netflix le ha dedicado recientemente un documental. Pero el personaje de mago o bruja extravagante, tan popular en programas de televisión de la década del noventa, ya no necesariamente conecta con nuevas audiencias. Las redes sociales son un semillero de profesionales jóvenes, sobre todo mujeres (lideradas por la venezolana instalada en Miami, Mía Astral, cuyo nombre es un emporio) que han encontrado en la astrología un medio para comunicar mensajes aterrizados al contexto actual, con un público muy bien identificado.
La mayoría tiene una carrera profesional y prescinden de capas doradas o bolas de cristal; usan, más bien, diseños frescos y un estilo cool que conecta con facilidad, además de ofrecer el servicio de lectura de tarot u otras herramientas para quienes así lo deseen, de manera personalizada. ¿Influencers astrológicas? De momento el término aún no se usa en el Perú. Pero hay, sin duda, un interés cada vez más creciente por esta suerte de astrología millennial. Instagram lo evidencia con cientos de miles de cuentas en todos los idiomas sobre los signos, sus compatibilidades y sus características.
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Conversamos con dos astrólogas peruanas que han abierto un nicho en Instagram: Lorena Balbuena y Eleni Polizogopulos.
Noche de Aquelarre
Eleni (32) es publicista desde hace 15 años y ha dedicado buena parte de ellos a trabajar en una reconocida agencia. Le gusta su profesión y pretende seguir dedicándose a ello, pero al cumplir treinta sintió que había algo más que le hacía falta: una necesidad de conectar con un propósito de vida. Empezó así una búsqueda personal y encontró en el tarot y la numerología dos herramientas que podían ayudar a las personas a tomar mejores decisiones. Al mismo tiempo, aquella inquietud la llevó a abrir una página en Instagram donde comparte -con los diseños que ella misma arma- información de interés general sobre astrología. Aquelarre se convirtió así en su centro de operaciones y su canal de comunicación.
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¿Cómo te defines a ti misma?
E: Yo no soy astrologa, pero he comenzado a estudiar astrología porque me encanta. Sí he formado en tarot y numerología. La primera es una herramienta que puede servir como guía, y lo segundo es una ciencia que se basa en darle un entendimiento cualitativo a los números –por ejemplo, tu fecha de cumpleaños- y cómo pueden ayudarte a tomar mejores decisiones.
¿Esta habilidad es innata, o es algo que se aprende?
E: En mi caso siempre tuve una afinidad con estos temas. Por algún motivo, cuando era chiquita en lugar de jugar a ser cocinera o doctora, yo jugaba a ser bruja. Cogía las cartas regulares y pretendía que adivinaba el futuro con mis amigas. A lo largo de mi vida sí me di cuenta podía percibir sensaciones en la gente sin necesidad de que me hablasen. También he tenido algunas experiencias paranormales, de haber visto personas que no estaban ahí. Pero creo que es un 50-50. Tienes que tener esa sensibilidad, pero también práctica. Mi mamá posee todo eso, sueña cosas que se cumplen por ejemplo, pero jamás ha querido explorarlo.
¿Qué es una carta astral y por qué tenerla es cada vez más popular?
E: Es la foto del cielo en el momento en el que naciste. Esta carta natal impregna a la persona con diferentes características. La influencia de los planetas y las energías es muy fuerte.
Continúas trabajando como publicista. ¿En algún momento has sentido que dedicarte a leer el tarot de manera profesional te ha jugado en contra?
E: La verdad es bien gracioso, porque en mi trabajo no lo comparto mucho. Saben que hago numerología, pero no me preguntan tanto ni hablo al respecto. Mis amigas más cercanas sí me preguntan un montón.
¿Han aumentado tus citas durante estos meses?
E: Totalmente, hay mucha incertidumbre. Pero más que buscar respuestas, la gente necesita una guía. Ahora hacemos todo vía Zoom. Desde que comenzó la pandemia me preguntan mucho sobre salud y estabilidad laboral, pero yo considero que hablar de salud no es ético y siempre sugiero que lo pregunten a los doctores.
¿Qué pasa si ves algo malo?
E: Lo digo, pero de esta manera: ‘mira, no te vayas a sugestionar, pero hay una tendencia a que pase tal o cual cosa’. Es lo mismo que el analista de riesgos: analizamos una tendencia. Lo que no hago es leerme a mí misma. Es como si un psicólogo se analizase a sí mismo.
Cartas desde Finlandia
Lorena (38) tenía nueve años cuando leía las cartas con su papá para adivinar qué equipo ganaría en algún partido de fútbol. Era una baraja española que su tía abuela le había dejado a su madre –quien lee la mano, pero nunca lo había hecho de manera profesional hasta la cuarentena– y que ella encontró mientras jugaba en su casa de La Punta. Siguió haciéndolo en el colegio; incluso leyó en la Feria del Hogar (”iba y me paraba a la salida de una discoteca que había adentro”, recuerda) y así fue ganando su propio dinero.
Esta afición fue clara y determinante desde el comienzo para Lorena Balbuena (administradora de profesión) y el motivo principal por el que eligió recorrer el mundo. Viajó a Argentina siento muy joven para estudiar astrología, y vive desde hace ocho años en Finlandia junto a su novio. Desde allí se dedica a leer el tarot vía Skype o llamada de Whatsapp. La revolución digital no es novedad para ella, pero definitivamente la acerca a nuevos públicos. Cada vez que viaja a algún lugar, eso sí, lleva una baraja para que se recargue de energía: a lo largo de su vida ha coleccionado más de un centenar.
¿Sientes que esto podría denominarse como un don?
Definitivamente sí, comparable con otros dones que se heredan. Tengo la teoría de que mucha gente lo tiene pero no lo desarrolla. Es un don de la intuición y de ver un poco más allá de lo que no es tan tangible.
¿El futuro está escrito en piedra o se puede cambiar?
Las personas pueden modificar algunas situaciones o momentos de su vida, pero hay cosas que no se pueden evitar. Por ejemplo, el conocer a una persona o cosas que escapan a tus manos. Si yo veo que tu ex va a volver no importa cómo ni cuándo, es muy probable que ese hecho ocurra porque no depende de ti, sino depende del otro. Lo que pase después es diferente.
¿Por qué la gente quiere conocer lo que va a pasar?
Pienso que lo hacen cuando necesitan una guía, cuando vas a tomar una decisión o no sabes qué pasa en ese momento de tu vida. Para eso sirve el tarot. La carta astral se utiliza más bien para conocerte; ahí no te sale si te van a despedir o si fulano aparece. Una vez mi hermano me dijo, ’¿te das cuenta que a ti te buscan solamente cuando tienen problemas?’ Y es verdad, nadie te busca cuando todo está bien.
La gente podría sugestionarse, o incluso pensar tanto en una cosa que al final termina pasando.
Si alguien te lo dice, te da esa ‘seguridad’, y si tú estás tan decidido a que las cosas pasen, de repente pasan. A veces hay un efecto placebo con todo esto: tú atraes lo que deseas. Todo lo que le mandas al universo se va a concretar si lo deseas con mucha fuerza.
¿Crees que hay mucho estereotipo -prejuicio incluso- con las personas que se dedican a la astrología y el tarot?
Recuerdo que cuando me fui a Argentina a estudiar astrología fue muy doloroso, porque mi familia no lo tomaba en serio mientras que para mí era un trabajo como cualquier otro. Conforme ha ido pasando el tiempo, lo han ido respetando. A mí no me fastidia que me digan bruja; al contrario, me gusta. El estereotipo ha cambiado mucho. Ya no te imaginas a la bruja con la nariz enorme y las verrugas. Hasta los propios disfraces son distintos. Sé que existen la brujería y el ocultismo, pero soy un poco escéptica en ese sentido. Para mí la peor brujería es la envidia y el deseo maligno de la otra persona, mirarla y desearle lo peor; practiques o no una religión.
Trabajas online desde hace 12 años. ¿Cómo ha evolucionado este oficio para ti?
Ahora me está perjudicando mucho mi horario con Perú, ya que tengo ocho horas de diferencia. Pero hacerlo por Skype o Whatsapp me permite leerle a gente de todos lados: Costa Rica, España, Suiza y Alemania, por ejemplo. La mayoría son latinos y mujeres, en promedio desde los 26 años hasta los 50. Las redes sociales me ayudan mucho a eso, aunque a veces recibo mensajes durante toda la madrugada. Al final todos quieren saber lo mismo: ¿voy a tener amor y dinero?
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Eleni Polizogopulos / Aquelarre
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Lorena Balbuena / Lorelutarot
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