Diana Gonzales Obando

En el libro “Otra mirada. Entrevistas de (1996-2006)”, se encuentran dos conversaciones de la periodista con un joven (Lima, 1970). En las fotos, aparece él con el cabello negro, largo, y pinturas detrás con la evidencia de personajes realistas y claroscuros. Era una etapa totalmente distinta a la actual. Fito pintaba como le enseñaron en la universidad.

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“Yo era un artista como otros, que hacen su trabajo y lo exhiben o venden a través de galerías de arte”, explica sobre ese pasado Fito Espinosa. Profesionalizarse en las artes plásticas no fue su principal apuesta. Antes pasó por el diseño gráfico cuando todavía era ‘la profesión del futuro’. Con ese discurso de éxito futurista, su papá se convenció de aceptar esta profesión y no cumplir el anhelo de ver a su único hijo hombre convertido en un abogado o arquitecto.

Con Fito Espinosa en su estudio de Miraflores.
Con Fito Espinosa en su estudio de Miraflores.
/ SOMOS > ELIAS ALFAGEME

Sin embargo, el diseño no satisfizo las ambiciones de Fito. Él quería sacar sus demonios, expresarse en el arte, y encontró en la pintura ese vehículo. Aunque su padre al inicio no lo aceptó, Fito supo demostrar que iba en serio: terminó en primer puesto y ganó varios concursos; además, empezó a trabajar en el diario “El Peruano” como ilustrador. “Fue lo primero que comencé a hacer en la vida y con eso me pagaba la mitad de las boletas de la universidad”, recuerda. La otra mitad lo pagaba un préstamo.

Cambios de raíz

Pero la vida de un artista tiene muchos matices y nuevas etapas. En el caso de Fito, todo cambió para él cuando comenzó a escribir sus cuentos ilustrados. Al terminar su primer libro, “Luz artificial”, quería hacer algo original para difundirlo: vender los libros y exponer las ilustraciones en la galería de arte. Pensó que era una gran idea. Sin embargo, la galería no estuvo en la misma sintonía. “Me di cuenta de que el camino era ser más independiente”.

Ese cambio lo ha convertido en uno de los artistas más populares del país. Vemos su obra en cerámicas, mantas, agendas que terminan su tiraje, rompecabezas, etiquetas de botellas de pisco y un sinnúmero de elementos, además de sus ilustraciones, grabados y pinturas. Lo buscan marcas de televisores, bancos e, incluso, el lujoso tren, en el Cusco, cubrió uno de sus vagones con un enorme vinil del arte de Fito Espinosa. Sus chicos cabezones, de ojos grandes y los pensamientos que vuelan en los paisajes son una marca reconocible para cualquier latitud.

Etiquetas creadas por Fito Espinosa que transmiten la unión y el alma de estas cervezas producidas por Cervecería del Valle, Cusco.
Etiquetas creadas por Fito Espinosa que transmiten la unión y el alma de estas cervezas producidas por Cervecería del Valle, Cusco.

¿Cómo logró ingresar a tantos espacios y formatos? “Respondió a la percepción que tenía sobre cómo funcionaban las cosas en Lima y Perú. Todo lo que tiene que ver con arte más elaborado, como artes plásticas, es consumido por un público pequeño. Son objetos muy caros, normalmente dirigidos a la gente que va a galerías. En un momento me pregunté acerca de la función del arte, ¿para qué estudié arte?”. Esa interrogante, dice, es la misma que se planteó el dúo argentino Sui Géneris en la canción “Para quién canto yo entonces”. Comprendió que tenía que hacer algo más cotidiano. Le gustaban los cómics, el muralismo, el grafiti, los cuentos ilustrados. Así lo descubrió, lo suyo sería una propuesta para un público más juvenil.

El lugar solitario

Su estudio se encuentra en el segundo piso de la galería miraflorina donde se vende su obra. Está al lado de un nido, por lo que los gritos y risas de los niños suenan todas las mañanas, pero a él no le molestan. En ese espacio además de herramientas de trabajo, siempre lo acompañan una guitarra y un órgano. La música es un ‘hobby’ necesario para él. Ahí se encuentra Fito la mayor parte del día, ilustrando y coordinando.

Acaba de enviar nuevas pinturas a la ciudad de Arequipa donde tendrá una exposición. No suele ir a regiones porque no hay muchas galerías, así que este es un evento que lo entusiasma. Espinosa dice pintar autorretratos anímicos. Sus personajes son él mismo interactuando con la vida, con sus emociones y temores. Entre sus paisajes aparecen reflexiones, pequeños textos del escritor perenne que convive en un universo mágico con las ideas más complejas del ser humano. Ahí habita su arte. //

Además…
A todo color

-El pasado jueves 17 de agosto, Fito Espinosa fue parte de las experiencias exclusivas que organiza el diario El Comercio para sus suscriptores. En esta ocasión, se preparó una noche de pintura, con la enseñanza de técnicas de Fito. Además, hubo un intermedio para disfrutar del vino de la bodega Marqués de Riscal.

-El artista viajará a Arequipa para la exposición “Pequeñas historias de seres transparentes”, su decimocuarta muestra individual. Ha sido curada por Manuel Munive. 

-La exhibición se podrá visitar en el Cultural Arequipa (Calle Melgar 109). Se inaugura el 23 de agosto, 7:30 p.m.

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