A la enfermera María Dávila (43) se le complica seguir un entrenamiento estructurado porque no tiene horarios fijos. Cada una de sus semanas es distinta de la anterior, y lo son más desde que empezara la pandemia. Las jornadas son largas y difíciles: en el centro quirúrgico del Hospital Nacional Guillermo Almenara –donde trabaja desde hace 15 años– se opera a quien lo necesite, muchas veces a pacientes contagiados de COVID-19.
Si alguien llega con una extremidad rota o apendicitis, no hay otra opción, cuenta María. Pero incluso cuando el día de trabajo termina, la angustia persiste. Entrar a casa implica seguir nuevamente un protocolo estricto que no la exime de preocupaciones. María podría contagiar a sus padres, a sus hermanas o a su sobrino, y quizá eso sea peor que estar en la sala de operaciones. Todos ahí son vulnerables.
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Como no sabe cuándo podrá bailar, lo hace cada vez que tiene un momento libre. A veces tan solo se pone sus faldas sobre la cama, las estira, las observa: finalmente, también se puede bailar con la memoria. La marinera –aquella danza que conoció desde muy pequeña, cuando su madre la inscribió en un taller con solo seis años– no es una pasión; ya no. Para María es una salvación.
“Cuando los pacientes llegan, lo que buscamos es transmitirles seguridad, tranquilidad”, dice Dávila. “Es un trabajo con mucho desgaste emocional, como tantos otros actualmente. Bailar marinera, aunque sea en mi sala, me ha servido para canalizar todo eso. Escucho el compás y me vuelvo a llenar de energía”, añade. Con cada movimiento de su pañuelo, de su falda, Dávila libera un poco de esa tensión que no termina de irse. Se reinyecta de fuerzas para comenzar un nuevo día, y repite aquel método una y otra vez. Así lo hace desde hace más o menos un año, cuando todo cambió.
Sin salir de su casa, a veces sin ponerse el traje, cada vez que empiezan a sonar las primeras notas de una marinera María Dávila vuela.
Chica de hoy
Gianeysi Arteaga (19) no pierde el tiempo. Literalmente. A los dos años la llevaron a un curso de marinera en unas vacaciones útiles; para los siete ya bailaba profesionalmente. A la marinera le ha dedicado los siguientes 12 años de su vida y la pandemia no ha sido un impedimento para frenar ese impulso. Ocurre que Gianeysi no ha salido –ni puede hacerlo– porque vive con dos adultos mayores, así que la única manera de mantenerse inspirada es a distancia.
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En mayo del 2020, Arteaga creó un grupo en Facebook con el objetivo de armar una comunidad –y compartir datos útiles en pleno estado de emergencia– junto con otras mujeres, apasionadas de la marinera. Desde sus tías hasta las colegas que había conocido en campeonatos y academias. Era una manera de mantenerse entretenida, de desconectarse de aquel encierro que todavía continúa. El crecimiento de “Entre nosotras marinera” fue exponencial, y mucho de ello se debe a su entusiasmo. Al día de hoy unas 22 mil personas (hombres, mujeres, niños y niñas) siguen el contenido que Gianeysi propone a diario: un mix de clases de baile, entrevistas a personajes, difusión de emprendimientos y hasta transmisiones en vivo desde otros rincones del mundo. Todo, por amor a la marinera.
Se definen como un canal online con programación variada. La marinera es el eje, pero no lo es todo. Arteaga funge de productora general de dicho espacio, cuya organización combina con sus clases de administración y marketing. Se arma una pauta, se definen horarios, y se comparten los contenidos gracias al apoyo ad honorem de diferentes profesionales vinculados al mundo de la marinera. Hay desde webinars de salud o fotografía, hasta arte, programas para mujeres, concursos online de marinera y mucho emprendimiento. De hecho, la enfermera María Dávila conduce uno de los programas semanales: Entre nosotras por el mundo, donde habla con peruanos radicados en el extranjero. Aquella labor la mantiene motivada.
“Contamos con programas de entretenimiento, campeonatos, programas de cultura sobre música y danza, y hacemos tours virtuales por otros países, gracias a nuestros seguidores en el extranjero. Tenemos unos conductores que son niños, porque no queremos que se pierda ese amor por la marinera en los más pequeños”, continúa Arteaga. De lunes a domingo, Gianeysi repasa las pautas, arma guiones para los conductores y coordina con su equipo de producción –tres personas editan y arman artes para redes, entre otros recursos– sobre las necesidades de la semana. Hay 15 conductores: todos son bailarines o familiares de bailarines. Además, se suman 12 corresponsales internacionales y 10 nacionales, muchos de ellos niños. No es poca cosa, sin duda, y Gianeysi no tiene intención de parar.
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“Nosotros buscamos llegar a todo el mundo. Queremos que la marinera sea conocida en todos los rincones y también ayudar a los emprendedores, que son los más afectados durante la pandemia. Muchos profesionales de la danza se han visto obligados a buscar otras maneras de generar ingresos durante este período, y esta es una manera de darles difusión”, finaliza.
Paso a paso
A raíz del COVID-19, muchas academias de danzas peruanas se han visto obligadas a trasladar sus clases al mundo digital, tanto para grandes como para chicos. El baile debe continuar, insisten. Esta es solo una pausa. “No solo las clases, sino también los ensayos con nuestras parejas han continuado vía virtual”, sostiene Virginia ‘Vicky’ Núñez (45), bailarina con 27 años de trayectoria. Núñez es licenciada en educación y profesora de danzas, y actualmente enseña marinera en una escuela que lleva su nombre. Así lo viene haciendo desde hace 15 años, y para todos los niveles.
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Esta es la primera vez, sin embargo, que Vicky adapta la marinera –los movimientos, el coqueteo, el uso del pañuelo, la sonrisa y toda la idiosincrasia que hay en esta disciplina– a una pantalla de laptop o celular. “Queremos estar vigentes en cuanto a la técnica y el físico. Siempre con la virtualidad. No hay nada presencial, pero gracias a Dios nos está yendo bien”, finaliza. El día en que puedan volver a estar de a dos, como la tradición lo demanda, quizá no esté tan lejano en el horizonte. Mientras tanto, nuevos adeptos se van animando a descubrir los beneficios y satisfacciones que hay detrás de estas rutinas, precisamente a través de las redes sociales.
En un momento como el que estamos viviendo, conviene enseñarle al alma a bailar, aunque sea un rato.
Más información:
-Facebook: Entre Nosotras Marinera
Las danzas folclóricas son cada vez más populares en Instagram y Tik Tok, con tutoriales sencillos para hacer en casa. Aquí algunas cuentas más para visitar:
-Carlos Zumarán: Clases de saya, cumbia y danzas peruanas
-Las Orihuela: Tondero, marinera, ritmos amazónicos y más danzas peruanas vía virtual
-La Candelaria Perú: Clases y espectáculos virtuales de distintas danzas
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