Nora Sugobono

No todos los días se come, se bebe y se baila en una mesa ubicada en el piso número 22 de un edificio. No todos, hasta que llega el día. Me atrevo a decir que la experiencia en torno al Vista Corona comienza desde el mismo ascensor. El viaje es algo más largo de lo habitual, una sensación casi imperceptible que consigue un objetivo quizá inconsciente: la sensación de transportarnos a una dimensión ajena a la cotidianeidad. Estamos, por un par de horas, arriba del mundo.

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Es la noche de un viernes cualquiera, y la gente se acumula en la Bloom Tower, ubicada en la esquina de Javier Prado Oeste con la calle Flora Tristán (la entrada que nos llevará hacia el ‘rooftop’ se encuentra en esta última). El orden es fundamental aquí: hay reservas hechas, gente en lista de espera, y visitantes esperando que se abra un sitio.

¿Un ‘remember’? sugerente nombre de un cóctel a base de gin tanqueray sevilla, maracuyá, naranja y ‘bitter’ de fresas.
¿Un ‘remember’? sugerente nombre de un cóctel a base de gin tanqueray sevilla, maracuyá, naranja y ‘bitter’ de fresas.

Lo primero que debo decir sobre este lugar —sobre todo, de cara al fin de semana— es que, definitivamente, hay que ir con tiempo. Ideal si se planifica la visita los días previos. Tan solo cuando se confirma el espacio disponible nos dejan subir. Tiene sentido: si bien el local es amplio, con una suerte de terraza —es decir, las mesas que tienen la vista más directa— y un comedor central, que es perfecto para grupos grandes. Todo empieza desde el piso uno.

Vista Corona —según explica Sebastián Palacio, ‘premium portfolio marketing director’ en Backus— busca ser una suerte de oasis dentro de la ciudad, para que quienes lo visitan se desconecten de la rutina en un ambiente relajado, con DJ incluido y varios ‘spots’ creados para que la gente que llega se haga fotos. Los detalles se han cuidado en función a ese propósito: techos altos, mucha presencia de plantas, columpios, y un espíritu playero que nos hace sentir como en una noche de verano donde todo es posible. Todo eso sumado, claro, a una propuesta gastronómica interesante y cercana a cargo del grupo Aramburú. La comida mexicana es la inspiración, pero presentada con insumos y sazón peruana.

Cebiche de chicharrón de cerdo, con trozos de panceta, camotes, salsa criolla y leche de tigre.
Cebiche de chicharrón de cerdo, con trozos de panceta, camotes, salsa criolla y leche de tigre.

Encontramos, por ejemplo, unos tacos crocantes rellenos de salchicha huachana o seco de cabrito, un tiradito —con atún o salmón— con leche de tigre a base de jalapeño, y fondos más contundentes que van desde el arroz con mariscos hasta un pollo al mole. En la barra, margaritas (la de mango es deliciosa) micheladas y clásicos reversionados con mezcal, como el negroni Vista, terminan de redondear este concepto. //

Además…
En grupo

Lo ideal para garantizar un espacio es reservar. La web permite asegurar mesas con un máximo de seis personas, y elegir día y hora. Si no hay nada disponible en el calendario, pasas a una lista de espera.

La propuesta culinaria fue desarrollada junto al grupo gastronómico Aramburú (responsable de Isidro y Alfresco, entre otros restaurantes).

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