(Ilustración: Víctor Aquilar)
(Ilustración: Víctor Aquilar)
Lorena Salmón

“El daño te lo haces tú sola, el daño te lo haces tú sola, el daño te lo haces tú sola”, escribí repetidas veces, a dos páginas, en mi diario del 2002. Si bien no tenía claro que me odiaba a mí misma, mi autoestima era baja, mis vínculos con parejas eran tóxicos, me autosaboteaba constantemente. No tenía idea de por dónde empezar para empezar a quererme.

Tenía amigas que con empatía intentaban darme el mensaje: “Lore, tienes que quererte y respetarte más”. Tenía otras amigas que, con menos paciencia, querían hacerme entender que no había otro paso que dar, más que el que te lleva a conocerte y a quererte.

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Pero ¿cómo? ¿Cómo comienza uno a quererse?

¿Basta con mirarse al espejo y decirse cosas lindas? ¿O adaptar un mantra –”soy suficiente”– para romper con un patrón de pensamiento interiorizado desde la infancia?

Ayer me cuestionaba todo esto después de ver una escena de una de las series más crudas del momento: Euphoria. En ella, la voz en off presenta a una de las protagonistas así: “Kat se odiaba a sí misma, pero el problema con odiarse a uno mismo es que no puedes hablar de eso”. En la escena aparecía Kat con diferentes influencers reales del movimiento social Body Positive, que busca visibilizar los diferentes tipos de cuerpo que existen, así como sus realidades.

Todas ellas le gritaban al unísono: “Ámate a ti misma”, como solución a todos sus problemas.

Sí, amarse uno mismo es el pilar del camino hacia la felicidad, pero de ninguna manera es tan fácil. Quizá por eso, la escena se convirtió en tendencia de Twitter, gracias a la cantidad de gente que se había identificado con el triste y duro problema de “me odio a mí mismo”.

De acuerdo con un estudio realizado en el 2017 por el diario digital Huffpost, el ser humano pasa más de la mitad de su día recibiendo de los principales medios de comunicación mensajes con una narrativa en la que predomina la necesidad de ocultar imperfecciones y mejorar nuestros defectos físicos.

Con esta sobreestimulación de rechazo hacia uno mismo, para muchos resulta titánico el proceso de autoaceptación. Por eso, las redes sociales son gasolina para el fuego que arrasa con el amor propio.

Pero ¿por qué muchos de nosotros tenemos serias dificultades para querernos, aunque sea un poquito? Si bien lo que nos sucede durante la infancia determina buena parte del adulto en el que nos convertiremos, en los años 70 un trabajo realizado por Louis Paul, docente de la universidad de Chicago, descubrió que nuestro peor enemigo realmente habita dentro de nosotros. Y es precisamente esa voz crítica la que nos comenta negativamente nuestro día a día: no vales nada, no eres capaz de hacer esto, mereces que te pasen cosas malas, eres un fraude, un impostor.

Si le prestamos demasiada atención, si comenzamos a creerle sin cuestionarle, si además comenzamos a proyectar todas esas creencias en nuestra realidad, dejamos que gane y que los pensamientos destructivos silencien cualquier otro.

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¿Qué hacer entonces? ¿Cómo callar a esa voz crítica interior que nos lacera?

Lo primero es identificar la fuente de estos pensamientos: hay que ser capaces de reconocer de dónde provienen, para poder responder a esos ataques con un enfoque más compasivo y realista.

Ajá, la virtud de la autocompasión es imprescindible en la guerra contra nuestro crítico interno. Así lo señala Paul Gilbert, creador de la fundación “Una mente compasiva”. A través de la compasión podemos cambiar y alterar la forma en la que nos vemos y afrontar el sufrimiento tomando acciones que nos permitan sentirnos mejor con las cosas que nos suceden.

Así que corazones a la obra. //

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