'La importancia del arte del desapego', por Lorena Salmón. (FotoIlustración: Gustavo Gamboa)
'La importancia del arte del desapego', por Lorena Salmón. (FotoIlustración: Gustavo Gamboa)
Lorena Salmón

Mucho antes de que Marie Kondo se convirtiera en la estrella de las redes gracias a su metodología de vida basada en el orden y la simpleza, ya había tenido la suerte de encontrarme con otros autores que abogaban por la necesidad de despojarnos de todo aquello que no nos sirviera más.

Se trata de dejar de comprar sin tener una necesidad, controlar cualquier impulso creado por un discurso marketero que nos haga creer falsamente que la felicidad es condicional a lo que tengamos o a cómo nos vemos. Acumular sin necesidad. En ese entonces trabajaba con y para marcas de moda, generando discursos del tipo: los zapatos nunca serán suficientes. ¿Estás deprimida? Sal de compras.

Así que durante años acumulé: vestidos nuevos, zapatos, accesorios de todos los colores y para todas las temporadas, gorros, maquillaje. Mis cosas no entraban en mi clóset y tuve que invadir el de la oficina que tengo en casa. Hasta que me di cuenta de que no me era necesario tanto. Me reté a mí misma y prometí deshacerme de todas aquellas cosas que no había usado en seis meses, la cantidad de tiempo necesaria para reconocer que si no lo usé entonces, ya no lo necesitaría más.

El resultado fue revelador: me despojé de tanto... Cosas que no habían sido usadas jamás, cosas con etiquetas, cosas que ni me acordaba que existían. Me quedé con lo indispensable y me prometí solo comprar lo que realmente necesitara y que por cada cosa nueva que entrara en mi clóset, otra iba a salir.

Aún no me he animado a ver el éxito de Netflix y a la archifamosa Marie Kondo, pero estoy al tanto de la revolución que ha causado: hay quienes están fascinados con su método, hay quienes no tanto, hay quienes han seguido cada uno de sus pasos y sus verdaderas y comprobables fórmulas mágicas. Hay una frase de su discurso que es maravillosa y que deberíamos todos de rescatar: quédate con aquello que te haga feliz. Sabiduría simple. Quédate con aquello que te haga feliz pero a todo nivel.

¿Por qué no hacemos uso de todo ese entusiasmo embriagador del orden para aprender a poner en orden nuestro interior? Emociones, sentimientos y pensamientos. ¿Cómo nos despojamos de lo que no nos sirve para el alma? ¿Cómo soltamos lo que no nos deja avanzar?
De acuerdo con el maestro zen budista Thich Nhat Hanh, el verdadero desapego llega cuando el sentido del yo no se impone en cada situación. Ya no existe un interés por tu felicidad, sino por la felicidad del resto y por cómo ser parte activa de esa felicidad.

Ya no hay expectativas por ningún tipo de resultado en particular porque tus acciones están guiadas por la compasión, la gratitud y la alegría de que los demás estén bien. No se espera nada, no se sufre nada. Pero ¿cómo nos desapegamos de nuestros pensamientos?

Reconociendo su naturaleza; son automáticos, incontrolables, pero somos nosotros quienes decidimos cuánta atención les prestamos, cuán personales los tomamos, cuánto nos pueden afectar.
Además, puedes usar otras herramientas con las que harías a Kondo muy orgullosa: ordénalos por categorías. ¿Sirven? ¿No sirven? ¿Son lógicos? ¿Ilógicos? Piensa en todos aquellos pensamientos recurrentes que son inútiles para ti. Deséchalos (si quieres, escribe una verdadera lista). Así podrás empezar a trabajar en deshacerte de creencias que no te pertenecen (que probablemente heredaste).
Y ese es un gran paso. //

Contenido Sugerido

Contenido GEC