Mi padre, abogado, fue quien despertó en mí el placer por la lectura y quien me incentivó y motivó a seguir leyendo como hábito bueno para el alma. En casa se invertía en colecciones completas, como “Mi primera biblioteca”, con los cuentos infantiles de la editorial Oveja Negra, que estaba dividida por temáticas, y estas por colores. Gracias a esta colección, conocí la valentía de Juan sin Miedo, me conmoví con la historia del Príncipe Feliz; me leí cada fábula y cuento, para luego ir por más.
Todo cambió cuando a casa llegó la colección de El gran libro de preguntas y respuestas de Carlitos, Charlie Brown. Cinco libros de tapa dura y de temáticas distintas, respecto a todas las especies animales, respecto a la Tierra y al espacio, a los grandes avances de la humanidad, a los pueblos del mundo, al funcionamiento de las cosas. Cuántas horas me habré pasado releyendo cada una de las preguntas que terminaban con los misterios que me acechaban mentalmente. Cualquier curiosidad que se me presentara podía resolverla acudiendo a mis libros.
MIRA: Cómo erradicar los comportamientos machistas, por Lorena Salmón
Cuán diferente habría sido mi vida si hubiese tenido a mi lado también unos cuantos libros que pudieran responder mis inquietudes espirituales.
Pero no, sin Google y sin libros de preguntas y respuestas respecto a cómo emprender este camino, avancé buenamente lo que pude, probando, errando, sufriendo, levantándome, aprendiendo de cada paso y aquí estoy, mejor.
No soy ni psicóloga ni coach, pero sí tengo como propósito ayudar, con mi historia personal, a los demás. He descubierto que cuando uno se muestra vulnerable y comparte desde esa vulnerabilidad, encuentra una comunidad entera que se siente en el mismo lugar, transitando por procesos similares o iguales, buscando respuestas y buscando sentirse mejor.
Años atrás, jamás se me habría ocurrido compartir páginas de mis diarios con nadie, pero es lo que acabo de hacer algunos días. Mostrar mis diarios pasados a los demás, ¿por qué? ¿Quién ventilaría así su vida?
Porque encontré que la persona que había escrito todas esas emociones, pensamientos y sentimientos no es la misma que hoy les escribe. Porque esa persona tomaba pastillas para la depresión y para la ansiedad, esa persona se ahogaba en un vaso de agua y buscaba desesperadamente el amor y la aceptación en los demás; esperaba que alguien viniera a salvarla.
LEE TAMBIÉN: Hola, te quiero; por Lorena Salmón
Orgullosamente, puedo decir que no soy la misma que escribió esas páginas, que se ha avanzando en el camino –nunca lineal, con avances y retrocesos– y que, de vivir sumergida en el drama, ahora he logrado poder identificar cada vez que caigo en ese lugar, para moverme de ahí y hacerme responsable. He logrado manejar mejor mi ansiedad y cuento con más herramientas para poder llevar una vida más en calma, donde mi prioridad sea mi bienestar. He descubierto que si bien no podemos evadir el dolor de las cosas que nos sucederán, podemos transitar por ellas de una forma más acertada y que, en la mayoría de los casos difíciles, existen protocolos comprobados que nos permiten sobrellevar la carga mejor.
En mi propia búsqueda, he accedido a información valiosa y he experimentado también muchas cosas útiles, y solo desde ahí, desde la mezcla de la ciencia y lo personal, he intentado armar una pequeña guía para situaciones emocionales complejas y comunes. Mi propio homenaje al ‘Gran libro de preguntas y respuestas de Carlitos’ respecto a situaciones dolorosas y complejas.
Se llama ‘Libro de preguntas y respuestas para que seas muy feliz’ (Grijalbo) y tiene como intención ser ayuda, soporte y luz para todos los que hoy en día estamos atravesando un momento difícil y no tenemos idea ni por dónde empezar.
MIRA: Todos somos niños, por Lorena Salmón
Después de año y medio de pandemia, sumada la inestabilidad política del lugar donde vivimos, ninguno de nosotros está exento de atravesar alguna situación que nos haga cuestionarnos el cómo.
No estamos solos. //
VIDEO RECOMENDADO
Contenido Sugerido
Contenido GEC