7 de junio.
La única certeza que habita en tu cabeza es que hay cosas que escapan de tu control y que, por más que quieras que la realidad haya sido distinta, tuviste que decidir entre dos opciones lamentables para que dirijan a este país.
Haya ganado quien haya ganado, ahórrate las quejas si no fue tu opción de mal menor. Levántate de la cama si el golpe de la frustración te tumbó y no gastes tiempo en despotricar por el resultado que consideras nefasto. O hazlo, pero que te dure solo unos días y que no se convierta en una actitud de vida y una amargura difícil de soltar.
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Somos como reaccionamos a lo que nos sucede. Es esa respuesta de acción o inacción la que nos define ante la realidad. Porque crisis abundan, el conflicto es parte de la naturaleza, el dolor es inevitable y la vida siempre nos va a ganar.
Cuando algo no nos gusta y lo aceptamos, no significa que estemos cediendo o bajando la cabeza, significa que sabemos que no podemos gastar recursos en causas imposibles para el momento presente y que es tiempo de pensar con qué contamos nosotros para sobrepasar esto que nos está aconteciendo. ¿Cómo trasformamos la ira o la furia?, ¿para qué las usamos?, ¿como motor de qué?, ¿cómo cambiamos la tristeza o decepción por esperanza?, ¿cómo nos enfocamos en construir?, porque ya hemos tenido demasiados años en el patrón de restar y no sumar.
Hay tanto por hacer, siempre.
Empecemos por dos bienes escasos: empatía y tolerancia.
Estos días previos a las elecciones, no pudo haber un ambiente más tóxico y cargado. Por donde uno volteaba, se topaba con una nube densa, oscura, llena de emociones negativas y con vibración bajísima. Los ánimos por los suelos, los cielos grises día tras día.
Siempre me llamó la atención la militancia que generó en algunos su opción política, como el caso viral del comunicado de Perrotel, un hospedaje canino que advirtió que no aceptaría “mascotas comunistas”.
Yo me encontré en una frustrante situación, que pasó por diferentes estados, como en el proceso de duelo: negación, resistencia, depresión, aceptación… pero intenté, después de un par de discusiones en redes sociales, evitar pelearme con nadie por defender una opción de la otra.
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Tu turno: haz el trabajo de observar cómo has manejado las opiniones de conocidos y amigos, diferentes de la suyas, cómo escuchaste a quienes exponían sus puntos de vista, con qué ojos los veías. ¿Has sido tolerante o has depurado tus redes sociales amenazando a todos y exigiendo no te vuelvan a hablar? ¿Entiendes por qué hay quienes piensan diferente de ti?
Es un esfuerzo y un trabajo que nos corresponde a cada uno de nosotros después de los resultados electorales. Porque aunque esta situación política nos robó la memoria a algunos, tengan en cuenta que ningún gobierno va a hacer mucho.
Empatía es la capacidad de poder ponerse en los zapatos del otro, de mirar la realidad desde otra perspectiva, de abrir nuestra mente a la posibilidad de que no existe una sola forma de ver la vida. Como diría Cerati, de usar el amor como puente.
La chamba es nuestra y solo nuestra.
No es hora de echarle la culpa a nadie porque eso es polarizar. Si queremos salir de esta como país, unión, empatía y tolerancia con el camino. //
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